¡¡ IMPERDONABLEMENTE SINCEROS !!... ¿QUIEN SE ATREVE?

Estaba pensando lo curiosos que somos los humanos.

Casi todos anhelamos aquello que no tenemos, pero somos incapaces de reconocerlo y aún menos de luchar por conseguirlo. Esperamos comprensión con nuestros errores, sin poder disculpar los ajenos. Criticamos sin ningún comedimiento, lo que en mayor o menos medida hacemos casi todos y exigimos una sinceridad, que pocas veces estamos dispuestos a soportar, perdonar y mucho menos practicar.

Desconfiamos recelosos de todo y de todos. Nos llenamos la boca con grandes palabras, que contradicen nuestros hechos. Presumimos de grandes ideales, arrastrándonos en nuestro día a día entre la mediocridad y un cinismo, a caballo entre amable hipocresía y cobardía disfrazada de cívica prudencia. Me he debido pasar hoy con el zumo de limón, porque siento que me está saliendo algo, demasiado ácido. En fin, sigo a ver donde me lleva esto... intentaré moderarme:-)

Veréis, recuerdo el día en el que un conocido y respetable hombre de negocios de mi ciudad, llegó a mi despacho, para comenzar la tramitación de su divorcio.

Su historia, os la resumo...

Tras más de treinta y cinco años de sufrido matrimonio, durante los cuales, además de su trabajo, hizo de madre y padre de sus tres hijos, conviviendo con una mujer con trastorno bipolar, famosa por su carácter insípido y unos alaridos que se escuchaban en cien km a la redonda, finalmente decidió poner patas arriba su modélica vida y confesar que desde hacía 20 años, mantenía relaciones con otra mujer, de la que estaba enamorado y con la que deseaba convivir a cara descubierta, el resto de sus días.

Motivo de su doble vida, nunca quiso abandonar a sus hijos, con una madre perdida en sus batallas interiores, intentando librarlas junto a ella, mientras conciliaba aquello... con su porción de felicidad.

Ahora, sus hijos tenían vidas independientes y familia propia. Razón por la que decidió confesar y quitarse la careta... Pues bien, ni os imagináis el infierno en el que se convirtió su vida. Criticado, despreciado y ninguneado por todos aquellos que antes, le hacían reverencias.

Recuerdo verle llorar en el despacho, hablándome de lo duro de levantarse cada mañana, durante años, en una casa en la que en realidad, pocas veces fue feliz. Los sacrificios y renuncias por estar siempre cerca de unos hijos, que ahora ni le dirigían la palabra, su lucha casi diaria para convencer a su mujer de tomar la medicación, en fin...¡¡ todo un poema de vida !!

Pero también recuerdo, cómo se le iluminaba la cara cuando me hablaba de ella, la otra. Las filigranas y películas rocambolescas que habían tenido que ingeniarse, para conciliar, esa historia, con su vida... ¡¡20 años, así!! Tendríais que haberle escuchado...nunca he visto hablar a nadie con tanto amor... de su amor. Siempre le dije que pagarían millones por una historia como la suya. En fin, os lo aseguro, una delicia de hombre al que de pronto, por mostrarse tal cual era e intentar vivir la vida que deseaba, con sinceridad y sin tapujos, fue condenado sin clemencia, por propios y extraños.

Para vuestra tranquilidad, os contaré, que hoy, tiempo después de aquel escándalo, tras trasladarse a la ciudad de su “otra mujer”, de vez en cuando me escribe, contándome lo felices que son y yo.. me alegro infinito, por él...por los dos.

Últimamente, me he acordado mucho de esta historia, que no es más que un ejemplo de como solemos actuar. Tristemente, no todas tienen este final feliz. Por cierto...¡¡ la historia es completamente real y verídica !!

Me asombra lo difícil que nos resulta aceptar a la gente tal cual es, con sus cosas buenas y no tan buenas. Mucho más perdonar sus errores y su lucha por su porción de felicidad. Ya se sabe que... todos somos perfectos y maravillosos...cara a la galería, naturalmente.

Siempre y cuando hagas lo que se espera de ti, digas lo que resulta adecuado y conveniente, acatando el criterio de la mayoría y tu vida encaje en los esquemas preestablecidos, todo está permitido. Aun cuando bajo esa apariencia correcta, se esconda un ser que sufre horrores o un monstruo ¿qué más da?

Supongo que este es el motivo, por el que tan pocos son sinceros. Casi nadie se muestran tal cual es y aun menos, viven la vida que de verdad quisieran vivir. Mejor ser artistas de la interpretación convencionalmente correctos, que sinceros y pobres humanos, eso es algo...¡¡imperdonable!!

De mano, todos reprobamos la hipocresía y la mentira, pero si alguien confiesa sus defectos, equivocaciones o simplemente una vida distinta de la aparentemente vivida, la inercia instintiva de la mayoría, es aplastarlo bajo el martillo de la crítica y el reproche, cuando no descuartizarlo para escarnio público. Salvo que uno sea muy valiente, capaz de vivir con el mundo por montera, la deducción es obvia para el confeso... en el futuro, si sobrevive y quiere ser aceptado, únicas opciones... mentir o callar.

Ellos nunca se enterarán, pero ...

Me apetece dedicarles este tema.

Para él...para ella, para los dos.

¡¡Sssssssssssss...!!

Ni una palabra de esto a nadie ¿Ok?:))

Un beso