Me
apetece
contaros una
historia tan
increíble
como preciosa
-totalmente real-
Más que nada
por llevarle la contraria
a esta realidad circundante
empeñada en mostrarnos
su cara más fea.
Y
es que,
aunque a veces
tengamos que rebuscar
bajo
las piedras,
existen
historias
con final
feliz.
Esta
lo
tiene.
Palabra!
Hace sesenta y pocos años...En Sariñena, un pueblo aragonés de los Monegros -comarca, de las más pobres de España- nació una niña gitana de pelo negro y padre desconocido, a la que con tres meses abandonó su madre en Barcelona con su abuela. Desde entonces, vivió mendigando por Las Ramblas, el barrio Del Raval o el mercado de la Boquería, sin pisar jamás una escuela. A los ocho años, Lita, que así se llama nuestra protagonista, tras fallecer su abuela, fue a parar a un orfanato donde vivió cinco años más, hasta que con trece años, una familia la adoptó. A partir de entonces, Lita cuenta, "tuvo la suerte de saber lo que era tener una familia". En todas sus entrevistas repite que "se siente una persona muy afortunada" lo que con semejante infancia, impresiona ¿verdad? Por eso me ha interesado y me ha gustado descubrirla. Seguimos, que aun queda lo mejor...
Cuenta que en una visita al Prado con su madre, supo que quería ser pintora justo, frente al cuadro de LAS TRES GRACIAS DE RUBENS*. Allí, aquella niña analfabeta, sintió según comenta, que "le contaban el primer cuento de hadas". A partir de entonces comenzó a recibir clases de pintura. De esa misma época, recuerda cómo la primera vez que entró en la sala de las pinturas negras de Goya, salió corriendo totalmente horrorizada. Sintió casi repulsión al entrar. Fue como ver ante sus ojos, el mismo mundo en el que había vivido hasta entonces. Necesitó tres años más, para que su curiosidad venciera al pánico. A partir de ese instante, pasaría horas y horas absorta frente al DUELO A GARROTAZOS*, EL AQUELARRE* o LA LECTURA* de Goya. Sobre todo él, pero también autores tan dispares como Rembrandt, Pollock o Antoni Tàpies han sido desde entonces, sus grandes influencias.A los diecinueve ingresó al segundo intento -porque es dificilísimo- en una de las más prestigiosas escuelas de arte de Europa, la academia Gerrit Rietvedl de Ámsterdam, donde estudió becada. Desde entonces, hace más de cuarenta años, reside en Holanda, en un pueblo disfrazado de ciudad cerca de la Haya, Den Haag. Enamorada de su luz, rodeada de flores, pájaros, tubos y botes de pinturas, brochas, spray y pinceles. Allí, junto a su hijo y dos ayudantes, porque las enormes dimensiones de sus cuadros hacen que necesite físicamente ayuda, ha construido su carrera como pintora que la consolida hoy por hoy, como la artista española viva más cotizada del mundo, después de Miquel Barceló. Sorprendentemente en este país, no demasiada gente la conoce y eso que además de pintora, ha hecho animación, decorados para alguna de las óperas más importantes del mundo, en fin, somos así ...
Dotar a su pintura de una especie de dermis humana, es uno de los pasos más importantes en su proceso creativo.
Para ello, una vez terminada la base de su pintura, impregna el lienzo con capas y capas de una sustancia pringosa que confiere a la obra textura. Necesita que se noten las arrugas, grietas y cicatrices que imprime la vida. Que el dolor, a veces horror, todo el sufrimiento quede impreso sobre la piel que, según ella, es tan o más hermosa, que una piel tersa e inmaculada, porque ahí es donde de verdad nace la belleza. Le llaman "pintora de almas". Sin embargo, reconoce que ha aprendido muchísimo más del amor recibido, que de todo lo sufrido, aunque no reniega de nada.
Para conseguir que sus obras expresen este desgaste que produce sufrimiento, que es parte de la vida -por mucho que ahora nos intenten vender una vida permanentemente feliz tan ficticia, como inexistente- porque esa parte es la que forja nuestro carácter, al terminar la imprimación que os comenté antes, tira el lienzo al suelo, lo pisa, lo estruja, lo retuerce, a veces incluso le pega martillazos hasta romperlo en cachitos en una batalla a brazo partido. Cada obra, sufre un verdadero calvario, hasta que finalmente termina colgada en una pared. Pero, lo que más impresiona de sus obras es la mirada de sus personajes. Por destrozada que quede la obra, siempre salva la mirada. Según ella ahí está la vida, la esencia del ser, por eso siempre la protege y realza. En la mirada siempre hay verdad. Ahí no se puede esconder nada.
Gustarà
o
no su obra,
pero su temperamento,
la intensidad que le pone y desprende,
impresiona tanto como la vida y forma
de pensar de esta artista
Al menos a mi : )

Todas las imágenes
de esta entrada,
son obras
de LITA CABELLUT.
*Los enlaces,son reproducciones del Prado.