Me he vuelto ferroviaria ¿será grave? :-)

Desde el instante en el que llegamos a la primera estación de este extraño mundo, solos, a berrido limpio, desvalidos y desconcertados, empezamos a elegir trenes. Destinos ideales, trayectos apropiados, compañeros de viaje perfectos, caminos cortos para llegar... no sabemos ni a donde. 

Ahí, en la estación en la que a cada uno nos dejan, a gatas, a pasitos cortos vamos encaramándonos como podemos por las escaleras que ascienden a cada tren que para frente a nosotros. A veces subimos con calma y en el horario previsto, otras pillándolos en marcha o como buenamente podemos...

Perdemos trenes que ni aun corriendo alcanzamos. Otros, que ni vemos, si quiera sabemos que nos esperan en el andén. A veces tenemos suerte y pasa más de un tren rumbo a nuestro destino, otras, solo uno. Nuestra vida es una filigrana inmensa de trayectos ferroviarios en la que subimos y bajamos de trenes constantemente.

Llegan enoormes, poderosos, a veces dos, tres o más colocándose en los diferentes andenes, eligiendo de todos, uno. Uno, hacia el que corremos con el vértigo y miedo metido dentro, sin saber si quiera si habremos elegimos el correcto, si su destino será el nuestro y si cuando estemos dentro desearemos permanecer o bajar. 

Si hay suerte, tras subirte, colocas tu equipaje, te dejas caer confiada  en el asiento, respiras aliviada sabiendo que estás justo donde deseas estar, camino hacia donde sea que desees ir. Acariciada por la brisa de las imágenes que desde la ventanilla dejas atrás, sabiendo que llevas la dirección correcta. Te arrellanas en el asiento, estiras las piernas y te dejas llevar. Disfrutas del paisaje, de la compañía, la conversación, descubre con ojos de pequeñajo entusiasmado todo cuanto va sucediendo ante ti. Instalándosete dentro esa sensación tan agradable de excitante tranquilidad inquieta... algo así, como...

http://www.youtube.com/watch?v=8-eUQBddOkc  "> New York state of mind :-)

En ocasiones por el contrario, en cuanto subes, sientes cómo a medida que el tren  toma velocidad y se aleja, la duda te corroe  ¿será tu tren? ¿irá hacia donde deseas? ¿te habrás equivocado? las dudas y los nervios se disiparan cuando ves acercarse al interventor...  buscas tu billete y ¡¡Dioooosss!!.. no está... se acerca, se está acercando y...te mira... lo sabe...el corazón se te va a salir por la boca...clava la mirada, avanza hacia ti y...¡¡justo!! cuando llega a tu altura... tus dedos lo tocan... ¡¡ahí estaba!! agazapado en el fondo...sonrisa de circunstancias, suspiro de alivio y carita de niña buena mientras  le ofreces tu billete feliz :-)

Él confirma que tu billete te permite ir hacia el destino esperado, te explica lo que dura el viaje, cómo y cuando hacer transbordo, hasta te ayuda a colocar el equipaje... ¡¡ya pasó!! de nuevo respiras y sigues viaje.

Pero a veces es terrible, sientes instantáneamente cómo al cerrarse las puertas tu corazón se queda en medio, comprimido, ahogado, con la angustia de ver que te has equivocado de tren. Te mueves alejándote en dirección contraria a la que deseas, dejando tu mirada clavada en la estación a la que desearías volver y de la que sin embargo te alejas. Te asfixia la impotencia de no poder hacer nada salvo esperar el momento en el que poder bajarte, si te dejan y eres capaz de hacerlo. A veces, no sabes si deseas regresar al punto de partida, no sabes si cambiar de dirección, no sabes nada, sólo sabes que no vas en tu tren. 

Ves pasar estaciones, apeaderos, ves como te dice adiós con la mano todo lo que quieres y no eres capaz de reaccionar... sientes que te alejas cada vez más, dirigiéndote hacia donde no deseas y aun sabiéndolo, no haces nada. Necesitas un tiempo que nadie te da mientras se te desgarra todo dentro al estirarte la inercia paralizante de un terrible miedo que se apodera de ti. Sufres sin poder dejar de hacerlo, por si al intentarlo, aun duele más. 

Pero ocurre que el ser humano tiene un nivel de sufrimiento a partir del cual, reacciona de dos formas o termina con todo saltando del tren en marcha o realiza el titánico esfuerzo de incorporar un cuerpo que siente pesado, terriblemente pesado, pero que al tirar de él se yergue. Con extrema dificultad arrastras las pisadas que parecen pegársete al suelo y despacio, consigues aproximarte a la puerta de salida. Cuando por fin el tren se para y abre sus puertas colocas los pies fuera y allí, tambaleándote, resiste la fuerza de arrastre del tren que reemprende su marcha. Estás fuera. 

Supones que no vas a ser capaz pero sigues moviendo los pies, caminas despacio, arrastrando como puedes el equipaje hasta desplomarte por fin, en el primer banco que encuentras. 

De nuevo en la estación... 

De nuevo la terrible pregunta ¿hacia donde ir? ¿qué tren tomar? Quizá haya suerte, quizá algún viajero te ayude a descifrar la maraña de trayectos que aparecen dibujados en ese ininteligible plano que llevamos en la cabeza. Quizá haya alguna oficina de información. Quizá encuentres alguna pista para desencriptar el enigma del destino a elegir. Sea como sea, has hecho lo más difícil, bajarte. 

Únicamente sabes que en la estación no puedes permanecer más que un tiempo, pasado el cual deberás arriesgarte, subirte a otro tren, cruzar los dedos y desear que esta vez sea el suyo. 

De todo lo que os he contado, 

que ni yo misma entiendo del todo, sólo sé algo... 

El viaje es demasiado hermoso para perdérnoslo. 

Incluso aunque a veces, medio nos muramos en el trayecto. 

Mejor eso, que quedarnos ateridos esperando en el andén. 

No hay nada más triste en el mundo 

que morir en una estación fría y desierta en la noche.

¡¡¡ Feliz viaje a todos !!!

Veréis, los dibujillos son míos... 

Algunos,  hace tiempo que tengo rodando por aquí.

El del tren, es el último de los muchos que no sé por qué 

garabateo ahora, a tooodas horas :-) 

Es para... 

 EMY , como toda esta entrada. 

Te la debía, para que sonrías... 

¿Lo harás, porfa?

¡¡ Viaja en él a donde desees... 

siempre que seas muuuy feliz !! :-)

Un beso