Es imposible volver...
a donde nunca te has ido ; )
Un blog puede ser muchas cosas.
Una mera plataforma para compartir
contenidos, enganchar clientes y/o seguidores
o...
Ese lugar mental, mullido y confortable
que materializamos visualizándolo
en una pantalla, donde siempre
apetece volver.
Ese,
donde
como en casa,
al llegar respiras
confiado mientras
te descalzas,
sueltas
el pelo
y
dejas
que se te
d
e
s
p
a
r
r
a
m
e
n
las
letras
en modo
c a s c a d a
dando forma a
los pensamientos
apretados y recogidos
con la goma tirante
de fuera, que aquí,
no existe.
Aquí,
da
igual
si lo llevas
suelto o
alborotado,
peinado,
sin peinar
o
ni siquiera
tienes.
Si
te
sientas
en el sillón,
apoyas los pies
sobre la mesa
o te tiras
en
el suelo.
Hagas lo
que hagas está
bien mientras
te haga y hagas
sentir igual,
por eso
tarde más
o tarde menos
siempre regreso...
La incorporeidad es
adictiva y además,
de aquí jamás
me he ido
nunca...
del
todo
; )
Debo
confesaros
que aquí regreso
cuando los monzones gallegos
descargan sin prisa, piedad, ni pausa.
Y ya han llegado. Cuando eso sucede,
me acurruco aquí, junto a vosotros
pero esta vez...
Esta vez tardé un poco más
que de costumbre, porque
llegó la interminable
lluvia de Otoño,
se llevó
los cielos
azules,
el sol y...
a mi madre.
Era su hora.
Se tenía que ir,
lo sé. Ocurre que
se nos olvida
que aquí
todos
estamos de
paso y siempre
es dificilísimo
decir adiós
a quien
quieres.
Cuando se nos
rompe el cielo y el corazón a la vez,
la inundación es inevitable. Estas pasadas
semanas mi nivel de agua me llegaba al cerebro,
así, es imposible escribir...
Y, sí, también lo sé, comprendo perfectamente
que para quienes tenéis la desgracia de vivir
en lugares donde el agua escasea, esta
animadversión mía contra la lluvia,
resulten incomprensible e incluso
irracional. Soy muy consciente
de lo valiosa e imprescindible
que es para la vida, y sobre
todo, su tremenda escasez
presente y más a futuro,
pero...
Igual
que
yo
añoro
la luz del
sol que aquí,
casi siempre está cubierto
y a muchos os roba la energía
cuando cae a plomo calcinándoos,
como una irredenta incineradora, lo
mismo me sucede a mi con la lluvia,
cuando se instala de forma incesante,
constante y permanente.
Porque a ver...
Un poco de lluvia,
es una fiesta siempre.
Hasta a mi, que la odio,
me gusta y la disfruto
muchísimo...
¿Cómo no?
Es más...
Me acompaña
durante tantísimo tiempo
que la tengo, hasta clasificada...
Tenemos la deliciosa lluvia melosa y sincopada
que nos arrulla en la noche. Está "la falsa",
ese orvallo o calabobos, que a penas sientes
y como la niebla sin enterarte te empapa.
"La juguetona" que cae, para y vuelve
a caer intermitente acompañada
del mágico Arco iris.
"La deseada"
esa que
.
.
.
c
a
e
.
.
.
sobre
tierra seca,
polvorienta y caliente,
desprendiendo ese maravilloso
e intenso aroma a tierra mojada.
"La traidora" destruye paraguas.
Aliada del viento, que se enrosca a
tu cuerpo y vayas como vayas, o
lleves lo que lleves, te empapa.
"La campañilleante"
que t i n t i n e a
mientras teje
cortinillas
de
agua...
..De
esas como
las que c
u
e
l
g
a
n
sobre
las puertas
de las casas de sur,
siempre a b i e r t a s
de par en par.
Entre
las que
cuando
introduces despacio
la mano
para
entrar...
Chascan
unas
contra
las otras
canturreando
el Uno. Uno, dos,
tres, cinco, ocho...
de
La lluvia
siempre suena
a Fibonacci.
El
visiblemente
invisible.
Oculto
en cada caracola,
ala brillante de libélula,
obra de arte, planta,
ojo de insecto
o
carcajeándose dentro
de los girasoles
volteados a la
búsqueda de
su
particular
Van Gogh
el
con el que se fue
mi madre
porque era otro.
El cielo
es el lugar
donde
deben brillar
las
estrellas.
Como veis,
conozco perfectamente
el lado deliciosamente amable
de la lluvia. La cara oscura
de ella, esa que cuando
muestra se hace
odiosa,
a p a r e c e
cuando no cesa,
inundándote
dentro
y
fuera,
noche y día,
tras día, sin parar
durante semanas
y más semanas,
en ocasiones,
meses.
Os
lo
aseguro,
el cerebro
se enmohece,
te ch
o
r
r
e
a
n
los
pensamientos,
la humedad
se apodera
de ti
y
termina
por ahogársete
hasta el
a l m a
Y...
así andaba
yo hasta ahora...
absolutamente
inundada.
Pero ya pasó, en realidad...
La morriña galega y la saudade portuguesa,
no son más que exceso de lluvia,
lluvia acumulada
; )
G r a c i a s por v u e s t r a
s i e m p r e deliciosa
c o m p a ñ í a
Y
.
.
.
... Que llueva ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario