PUEEES, NO SÉ...¡¡COSAS MÍAS!!:-)

LLuve...aquí, sieeeempre llueve... millones de pequeñas gotas se deslizan como cortinillas de esas que cuelgan sobre las puertas en el sur . De esas entre las que cuando introduces la mano para separarlas y entrar... crepitan y chascan unas con otras, canturreando el...uno, uno, dos, tres, cinco... de FIBONACCI , sieeempre Fibonacci, diluido en cada ala brillante de libélula, carcajeándose en cada girasol volteado en busca de su Van Gogh.

Allí recostada, entornaba los ojos intentando enfocar la punta de sus pestañas. Era un juego que hacía desde niña, cuando quería pensar... en nada. Las tenía tan largas que cuando el sol le hacía daño en los ojos, las colocaba como viseras para despistar a los rayos y jugar con ellos, al escondite. Si un rayo de sol traspasaba la barrera y le tocaba el iris, las lágrimas comenzaban a brotar... como gotas de lluvia. No comprendía por que a sus ojos les ponía tan tristes el sol, cuando a ella... le gustaba tantísimo. Había escuchado, que los ojos claros, no soportan su luz directa. En realidad, nunca le importó, dejaba que lloraran mientras sentía su calor... su vida siempre había sido así, lágrimas entre rayos de sol, sonrisas mojadas por la lluvia. Pero aquella tarde no había lágrimas, ni rayos de sol, ni sonrisas...sólo lluvia.

No era triste, era... anestesiante. Como espiral húmeda de hipnotizador. Sonaba rítmica, sincopada, serena... como si escuchara a Lorca susurrándole al oído, aquello tan bonito:

La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.

Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe...”

¡¡Precioso!! pero...¡¡no!!... no había cambiado de idea...seguía sin gustarle nada de nada la lluvia, pero aquella tarde, había decidido que ya... nada, ni nadie, ni si quiera la lluvia, iban a llevarla a aquella tristeza de lo que no se sabe...nunca más, nunca nadie...¡¡nunca jamás!!

Sonó el teléfono por cuarta vez...estiró el brazo desganado y tiró del cable hasta hacer saltar la clavija por los aires ¡¡ni hablar!! ¡¡fuera quien fuera !! ¡¡adiós!! y... de nuevo se hizo el silencio. Sabía taaan rico aquel silencio... cartógrafo invisible dibujando el mapa transparente de una caricia Mmmmmm no pensaba renunciar a aquello...

Quería seguir saboreándolo, envuelta en la nada, medio adormilada, sin notarse a penas dejó transcurrir los minutos...despilfarrando por una vez, ese tiempo que nunca le llegaba. Despacio, muuy despacio... sintió cómo los párpados se deslizaran suavemente sobre sus ojos, hasta cerrarlos. Movió lentamente su brazo a la derecha alcanzando a ciegas el interruptor que presionó. Como un hilo invisible se le introdujo por el oído, se le enredó en el cerebro hasta que lo hizo suyo por completo y... se evaporó con ella.

Ahora todo era perfecto, el cielo, amarillo brillante como siempre debió ser. El sol, azul incandescente, la lluvia...no era lluvia, era viento húmedo haciendo pasos de ballet sobre hojas dóciles que cimbreaba mientras saltaba de puntillas sobre ellas... ¿¿dormida?? ¡¡nooo!!...

¡¡Explotando!!

en medio del

“Susurro de la primavera”

de

CHRISTIAN SINDING

(ponedlo a tooodo lo que de el volumen :-)

Un beso