HOGAR... SWEET HOME!! :-)

Qué curioso es volver. Hace unos días volvía en una dirección yéndome. Hoy vuelvo en dirección inversa, regresando aquí, con vosotros. Me gusta, meencaanta volver a casa. Siempre volvemos al hogar, ese lugar en el que  nos sentimos a gusto y seguros. Consciente e inconscientemente. Con el cuerpo o con la mente. Al menos yo, no paro de volver y acurrucarme en él. Supongo que porque desde hace mucho he debido acostumbrarme -mentira- a estar lejos de los que quiero.  A base de entrenar duro, la distancia ha llegado a resultarme tan relativa como el tiempo. A la fuerza ahorcan, así que he aprendido a dejar que mi corazón vuele a casa (en cada momento, el lugar donde deseo estar y no puedo) Es muy cierto que el hogar está justo allí donde está tu corazón. 

En ocasiones, aun rodeada de gente, de cariño incluso, sientes que tu verdadero hogar, tu refugio mullido está lejos, demasiado a veces. Así es que hago escapaditas de duración variable hasta allí, con mi mente. Visitas de instantes, ratitos cortos, medio largos e incluso  en caso de apuro, me acurruco y paso la noche. Al amanecer regreso y todo está  igual que antes de la escapada, cierto, pero lo siento diferente. He sentido ese calorcito y lo encaro diferente. Soy yo la que estoy distinta. No hay nada como tener un lugar al que volver y una mente alada que te lleve siempre que lo necesitas.

Habitualmente hablamos de mentes brillantes, las que producen grandes ideas y saben llevarlas a la práctica. Cuadriculadas, atribuyéndosela a los que se enrocan en una sola. Obtusas, refiriéndonos a las que padecen cerrazón mental. Pues bien, cuando etiquetamos a la gente de optimistas y pesimistas ¡qué poco me gusta eso! en realidad deberíamos hablar de personas con mentes rígidas o flexibles. Un optimista, solo es alguien con mente flexible hasta la contorsión. Esforzado buscador de la postura más cómoda en la peor de las circunstancias. No se tira en plancha donde escuece, agujerea o duele. Tampoco se engaña, se acomoda, muy diferente. Se ajusta, estira, retuerce e incluso vuela en busca de aliento o fuerza donde sea. Lo que haga falta para sentirse mejor. Lo de sufrir por sufrir, salvo fuerza mayor, no.

Un ejercicio que algunos practicamos desde siempre por pura supervivencia. Los que nacimos blanditos y tropezones, hartos de coscorrones y morados al menor roce, aprendimos a  ser dúctiles y a revolotear. Vuelos bajos, las alturas extremas son peligrosas, el oxígeno puro emborracha. Si se vuela a gran altura, mejor durante poco tiempo. Mucho más recomendable aleteos rápidos y constantes. Vuelos rasantes, de duración limitada y siempre con el tren de aterrizaje desplegado. Esto, fundamental:)) 

La capacidad de adaptación es esencial para la supervivencia. El ser humano está dotado de todos los mecanismos necesarios para hacerlo, usarlos o no, está en nuestra mano. Nuestro cuerpo es extremadamente limitado, nuestra mente, no. Carecemos de la velocidad explosiva de los felinos, las alas de los pájaros o el cuerpo aerodinámico de los peces. No poseemos la fuerza de los grandes mamíferos, ni cambiamos de color como el camaleón, salvo en casos críticos y sin posibilidad de camuflaje o mimetismo. Sin embargo disponemos de la mente mejor dotada del universo, ágil, rápida, elástica, plástica al extremo. Desgraciadamente solo la usamos para almacenar  o procesar datos en el mejor de los casos, una pena. 

Hay mentes excelsas, pero rígidas. Mentes de entramado complejo, extremadamente pesadas. Supongo que su sobrepeso lastra e impide su despegue. Tira de ellas hacia abajo, las hunden en espesas nieblas interiores perdiéndose en inmensas noches sin luna, sin colchón mullido de estrellas. Son faquires durmiendo al raso sobre pinchos. Agujereados por la agonía constante de tanto orificio sangrante,  de ahí su tono descompuesto, demacrado y supurante. Los mamuts heridos, nunca aprendieron a volar.

Para remontar, 

para sobre volar turbulencias, nubes negras 

e inclemencias meteorológicas de todo tipo y

volver a sentirnos a gustito, 

 en casa, estemos donde estemos, 

solo hay una fórmula...

LLenar los pulmones de aire limpio, 

mucho entrenamiento y fundamental, 

practicar la " dieta pluma "...

Básicamente consiste en engordar la autoestima  ( sin excesos, no se nos vaya a idiotizar:-) y adelgazar la mente, haciéndola fibrosa y elástica. ¿Cómo? restringiendo al máximo los alimentos hipercalóricos lípidos ( negatividad y derrotismo) la vuelven fofa y pesada. Varias comidas ligeras, mejor que pocas copiosas. Eliminar aditivos artificiales ( ideas tóxicas, propias o ajenas) grasas saturadas ( ideas improductivas, prepotencia y desinformación) polinsaturadas (excesiva información sin estructura o de digestión pesada) Abusar de frutas, verduras y H2O (ocio, aire libre, descanso) y... dulce, muchísimo dulce (gratificaciones emocionales) la mayor fuente de endorfinas que existe. Requiere siembra y riego para cosechar. Después, a zampar a dos carrillos aunque nos quedemos sin dientes, no importa. Mejor ir al dentista, que al psiquiatra:-) 

Esta dieta nos mantendrá ligeros como plumas. Listos para ejercitar las alas que tonificaremos con pensamientos agradables en los que nos recrearemos primero moviendo despacito las alas, embadurnándolas bien en ellos hasta impermeabilizarlas. Entrenaremos duro para adquirir potencia y resistencia de vuelo... después, solo nos quedará practicar planeo y giros. Eso, en la próxima lección de vuelo:)) En nada veréis, no habrá turbulencia o tormenta, por negra y electrificada que sea que nos impida desplegar las alas y volar directos a casa... allí donde esté nuestro verdadero hogar. Ese que solo conoce cada uno, el lugar al que siempre deseamos volver.

Un beso