Shine on, you crazy diamond! ; )

Erase una vez...

        Un pequeño y precioso reino, de la antigua China de los tres imperios. Allí vivía un impresionista e impresionante mandarín. Poseía increíbles conocimientos sobre astronomía y fotografía, por eso, en vez de tener en su fastuosa pagoda de tecnología punta, un jardín minimalista con bosais, piedras y arena blanca - como sus colegas de los reinos vecinos - tenía un jardín de estrellas.

       Eran tantas y tan brillantes, que su incandescencia no le dejaba dormir. Sus súbditos vivían felices. El único problema de aquel reino, era sus pocos habitantes. Esto entristecía enormemente al mandarín que necesitaba compartir la luz de sus estrellas, para poder pegar ojo. Sus días transcurrían girando su larguísima trenza de un lado a otro, mientras echaba una mano a cualquiera de sus súbditos que necesitara de sus  sabios consejos o ayuda de cualquier tipo y  su gran quebradero de cabeza, pensar en cómo aumentar la población de su reino. 

    Como eran tan pocos habitantes, cada uno, tenía tres pagodas. En una desayunaban, en la otra comían, la última la usaban sólo para descansar.  Teniendo en cuenta la enorme escasez de vivienda que existe en el mundo, aquello les parecía un desperdicio. Su vida discurría pacífica y felizmente correteando de unas a otras, turnándose para transportar en palanquín al afortunado ciudadano al que ese día le tocaba disfrutar del paseo a hombros de sus vecinos. Naturalmente terminaban agotados y sin fuerzas para disfrutar de las maravillas del lugar. 

    Así es que un día, el mandarín mandó llamar a sus consejeros. Estos, realizaban las labores de asesoramiento por amor a sus convecinos - no como aquí - Tras árduas deliberaciones emitieron un comunicado. Se regalaría una de las increíbles estrellas a cada ciudadano de los reinos vecinos que se traladara a vivir allí. Todos se entusiasmaron con la idea y comenzaron los preparativos para recibir a las visitas. Así, mientras unos sacaban brillo a las estrellas, otros acicalaban las plumas de los patos o planchaban los delicados pétalos de los almendros. Para picar, siempre algo rico, historias  y temas surtidos, buena música y mejor humor. Los más audaces se encaramaban a lo más alto para lanzar desde allí, enormes bandadas de palomas mensajeras con las que poder difundir el comunicado hasta los últimos confines del planeta...

Así es que tan pronto se ha posado la paloma

en mi balcón,  he corrido a comunicároslo ; )

Mientras os lo pensáis, 

junto con la anterior, 

os muestro 

alguna 

de las fotografías

"estrellas"

de nuestro querido mandarín 

NOXEUS. AQUÍ, su dirección, por

si os apetece iros a vivir un rarito a su reino. 

Si además queréis perderos en su increíble jardín AQUÍ, las llaves. 

El paseo en palanquín en esta ocasión no va a ser posible por descanso del personal ; )