SILENCIOSA METAMORFOSIS

Kafka despertó un día convertido en escarabajo. ¡Mira que hay cosas preciosas en las que metamorfosearse! y él eligió un horrible escarabajo patas arriba que ni de lado podía ponerse. Sieeempre sufriendo estos existencialistas, incluso su punto de surrealista hilaridad es angustioso. Se mire como se mire, la angustia siempre es sufrimiento. Debe ser por la infinidad de circunvoluciones que tienen sus cerebros que se pierden en el laberinto. El mío debe tener tres, máximo seis, quizá por esto, tras unas cuantas vueltas suelo encontrar fácil la salida. Huyo del sufrimiento como de la peste. Puedo morirme un rato y muero más que nadie, incluso dos instantes largos, hasta una eternidad de algunos días...pero salgo de ahí como sea, aunque sea arrastras. Cuando toca metamorfosis, toca. Ahora toca, lo sé, estas cosas se saben. Eso sí...juro que jamás me ha dado por los bichos. Solo me gusta uno...

Las bolboretas 

(mariposas en gallego)

Tienen color y son silenciosas

Últimamente sueño despertarme convertida en silencio. Silencio absoluto. No silencio para escuchar o pensar. Tampoco silencio exterior a ratitos o instantes, no, eso no me vale. Necesito hacerme toda silencio. Volatilizar el más mínimo atisbo de pensamiento, nada. Olvidarme, perder toda posibilidad, toda necesidad de verbalizar nada. Hacer desaparecer la más mínima intención de articular una palabra. Sumir esa necesidad como lluvia  que trague la tierra quemada. Necesito aprender a silenciarme entera, muy diferente a callar. Uno calla cuando otra persona habla, eso sé hacerlo. Mi metamorfosis se refiere a algo muchísimo más complejo. Debo aprender a ser paz silenciosa en completo silencio dentro. Suena difícil, tremendamente difícil, lo sé, pero también sé que se puede.

Me he dado cuenta que lo estoy haciendo todo al revés. Buscamos desesperadamente la manera de sacar fuera, expresarnos, exteriorizar. Eso siempre se me ha dado de maravilla, nací con una especial predisposición para ello. Me resulta extremadamente sencillo, a mi no me sale, se me escapa todo aun sin quererlo. 

Sin embrago esto tiene un problema, necesitas a alguien que escuche. No todo el mundo quiere oír. No todo el mundo puede. Ni siquiera vale oír, lo que todos necesitamos es que nos escuchen y eso requiere de un especial esfuerzo, el de intentar comprender. La comprensión está al alcance de muy pocos, yo diría que es lo más difícil que existe. Hay que ser extremadamente generoso y la generosidad es un bien escaso en los tiempos que corren. Afortunadamente siempre hay gente así de mágica, jamás sabrán cómo se lo agradezco. Desde el fondo de mi corazón mi agradecimiento será siempre infinito para ell@s. A la mayoría, sin embargo, aun queriendo, les es imposible. Están demasiado ocupados escuchándose sus propios ruidos. 

Ruido fuera, ruido dentro ¿cómo poder escuchar así? Por eso me he dado cuenta de mi infinito error. No puedo seguir metiendo ruido a los demás, debo sacármelo de dentro. Desaprender a hablar, decir, sacar...si no hay nada dentro, nada necesita salir. Si no haces ruido, nadie tiene que sufrirlo. Desaparece la incomprensión porque no hay necesidad de sentirte comprendida. Estás en silencio, eres silencio... ¡cómo me gustaría metamorfosearme en silencio!

Los niños viven silenciosos antes de nacer. Son silencio rodeado de líquido amniótico hasta que un día alguien les obliga a expulsar su silencio a golpe de cachete. Desde ese instante les invade el ruido de fuera a dentro. Se les introduce, se desliza sibilino y comienzan a presionarles. Primero les hace balbucear y un día... inesperadamente sale su primer ruidito vestido de palabra. 

Necesito invertir el proceso, desvestir mis palabras. Encontrar ese vestigio silencioso que un día habitó en mi y alguien me hizo expulsar ( debieron darme una buena palmada al nacer, cacho bruta la comadrona, me metió sobredosis de ruido ;-) Pero aprenderé a sacarlo, a despresurizar y acostumbrarme a la ingravidez insonora. Lo estoy intentando desde hace días. Ayer de madrugada me pareció escuchar la nada silenciosa durante un instante, por eso os cuento todo esto.

El silencio me pilló por sorpresa, inesperadamente. Se introdujo como la brisa, suave, sin a penas darme cuenta, deslizándose por mi oído ascendió hasta el cerebro y se instaló en él. Una fracción de segundo, instante y medio, no lo sé. Solo sé que desde él se expandió dentro de mi haciéndome entera suya, ocupando todos  los rincones, todos los resquicios de cada uno de mis cachitos. Ayer, durante un instante descubrí donde se esconde mi silencio. Ahora que sé donde está, volveré a buscarlo, me haré su amiga. Aprenderé a charlar sola con mi silencio, en silencio. Balbuceé mis primeras no palabras con él. Quizá un día consiga desnudarlas del todo, acurrucarme dos instantes...después quizá tres instantes largos en silencioso silencio. Sin ruido de fondo, solos él y yo. Ya os contaré si lo consigo:-) 

Un beso