ELEGANCIA, MEMEZ O ESTUPIDEZ ...!!!

Me gusta la gente natural. A ser posible, elegante, por dentro y por fuera. Pero...¿qué se entiende por elegante? El otro día me quedé alucinada. Esperaba charlando en el pasillo con el abogado contrario antes de entrar en sala. Un hombre correcto, educado, muy amable. Vestía chaqueta de cashmere gris, camisa de rayitas en el mismo tono y pantalón creo, de pana. Entramos en sala y mientras cumplíamos el castigo de disfrazarnos con el traje de monaguillo enlutado que nos imponen -la toga- instantes antes de comenzar la vista, ante el asombro general, dijo el Juez, dirigiéndose  a mi compañero:

- Que sea la última vez que se presenta en mi juzgado sin corbata. En mi presencia quiero a todos los letrados con la máxima corrección y elegancia.

Ninguno de los presentes podíamos creer lo que habíamos escuchado. Dicho por cualquier otro, hubiera sonado igual de prepotente y ridículo, pero cuando semejante majadería sale de un personajillo embutido en un traje dos tallas más pequeñas de las que precisa -como encogido en la secadora- camisa crema cutre, cuyos extremos del cuello apuntan hacia el techo y remata el atuendo corbata robada a Luis Aguilé, la escena raya el esperpento. Lo que siguió no importa...siguió y terminó. En mi cabeza no.

Recordé la vergüenza ajena que a veces siento mientras ojeo  revistas en la pelu -es donde me ilustro- me asombra el pésimo gusto que exhiben algunas altas damas. Dificilísimo encontrar alguna salvable de la hoguera en los eventos principescos. Todas tiesas, almidonadas y repolludas como hermanastras de Cenicienta. No digamos los reportaje fotográficos en sus ostentosas y la mayoría de las veces horrorosas mansiones. Parece ser que atiborrar las paredes  con telas floreadas, alfombrar suelos con pieles de las piezas abatidas en sus cacerías, alternándolas a modo de mosaico con persas. Amontonar muebles y objetos Luis XV o de cualquier otro estilo, aun cuando se maten, siempre que sea carísimo todo, es elegante para esta gente. Como colofón, plantan a la anfitriona de la casa con su look casual en traje de noche tafetán brillante tieso, cargada de oro y pedrería. Alicatada con dos toneladas de maquillaje y coronada por cabeza cardada a lo María Antonieta. Esto, recién levantada para desayunar, sencillísima ella... ¡¡vamos!! lo más de lo más. 

Supongo buscan mostrar -según estilos- lo más glamouroso, lo más cool, lo más in...con todos mi respetos a veces solo muestran  ¡¡ lo más hortera del mundo !!:-)

Lo sé, lo sé, soy un poco cruel. Exagero, es cierto...aquí siempre lo hago. Solo para que visualicéis lo que intento decir. Supongo que es una contradicción más, de las mil que se aúnan en mi. Siendo tan barroca y efusiva en mi manera de expresarme en letras, me horripila la ostentación, el rancio empaque, el desfase y recargamiendo sea cual sea el estilo elegido en la forma de vestir, decorar o andar por la vida.

El colmo de tanta memez, han sido las últimas circulares que la CBS y la academia Hollywoodiense distribuyó entre las invitadas femeninas en las ceremonias  de los Grammy y Oscar prohibiéndoles expresamente el uso de vestuario procaz, provocativo que dirían los censores. Resulta que ahora ver una espalda vertiginosa o unas piernas interminables es más desagradable a la vista que ver salir a The Dream vestido de traficante del Bronx con gorra de béisbol sobre gorro de lana y setecientas cadenas de oro asomando sobre su sudadera. 

A mi, me importa tres como vaya la gente. No sé lo que será la elegancia para los demás, para mi es sinónimo de armonía, sencillez y oportunidad. Si hay que ponerse tacones, se ponen. Si hay que ir descalza, se va, incluso si hay que disfrazarse en un momento dado se disfraza uno y no pasa nada. Cada cosa en su momento y un momento para cada cosa. 

Dicho esto, cada quien que vaya como le parezca, por mi, todo está bien. Como en todo, si quieres ser respetado, respeta. No comprendo que en pleno siglo XXI alguien se atreva imponer indumentaria a nadie. Puestos a elegir me quedaré siempre con lo de dentro. La elegancia se lleva por dentro y asoma por fuera. A la inversa es mentira. Quizá debiéramos empezar a aprender a mirar el fondo de la mirada de las personas, en lugar de su envoltorio. Creo que cambiarían muchas cosas.

Si tuviera que elegir una de las mujeres más elegantes de la historia... 

Lo tengo clarísimo. 
Ella, fue, es y será, la elegancia, para mi.

Audrey Hepburn 

Un beso