¡¡ HOUSTON !! ... ¿ME RECIBEN? :-)

Hace un instante, me he subido a la nave interplanetaria situada en el hangar de mis neuronas y he despegado rumbo a mis estrellas.  Suelo volar por mis espacios siderales muy a menudo. Allí donde el espacio se nulifica busco una estrella escondida, me aproximo, apago propulsores y "estrellizo" suave hasta encontrarme confortablemente perdida, mi estado metal ideal.

Disculpad si desvarío más de lo habitual, son los efectos adversos de tanto trajín y exceso. Quizá alguno -solo los más pacientes- soportéis  conmigo estas letras... aunque ... no sé... no sé si las sobrevivirá alguien :-)

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Siempre he intuido que era verde por dentro. Antenas bajo la melena, aun no me he localizado, podrían estar ahí y no enterarme. Mi cabellera es tan espesa que si me pillaran los Sioux serían su gran trofeo. En fin, asumido, tengo más de marciana que de terrícola y aunque siempre me he encontrado muy a gusto en mi envoltorio, noto los chispazos que se producen entre mi fondo verde y el resto, por eso suelo perderme en mis estrellas. Sola conmigo misma no hay cortocircuitos. 

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Desde aquí arriba comienzo 

mi transmisión hoy.

La primera de este año.

Sentaos, poneos cómodos, 

os lo he dicho, va para largo

y además va a ser dura. 

Lo siento.

Me cuesta mucho entender el derrotismo humano, la amargura intrínseca, el mal humor permanente. Me cuesta comprender esa necesidad imperiosa de algunos por recrearse en todo lo malo en corto, en inmediato, incapaces de ver más allá de sus narices, su estómago, su ombligo y no sigo bajando porque queda feo:-) Dicen haber vivido, tener experiencia,  acumular cultura ¿De qué sirve todo eso si no da perspectiva, serenidad para gestionar situaciones complejas, utilidad práctica  a aplicar sobre todo y antes que nada en uno? 

Creo que el único sabio es el que consigue armonizar su vida dentro y fuera de él, ocurra lo que ocurra en el exterior. Usando sus saberes, aprendidos en la vida o en millones de libros antes que nada en él para sentirse a gusto consigo mismo y después con los demás intentando se sientan mejor. Esta gente merece toda mi admiración y respeto. Me viene a la mente uno conocido por todos E. HAWKING.  

Los eruditos amargados, no me valen de referente. Teóricos incapaces de usar su inmensa inteligencia y conocimientos en ellos mismos, pobres hombres al final. Semejante, en peor, son los culturetas de hoy que desde su postureo progresista y supuesta altura moral permanecen agazapados en sus escondrijos de los que solo asoman para vomitar bilis.

Me resulta imposible comprender de qué vale acumular ingentes cantidades de información, churruscar millones de neuronas desentrañando complejas filosofías, estudiando elvadísimos pensamientos, incapaces de usarlos dentro, de aplicarlos en el día a día para acallar los alaridos de un alma espachurrada bajo doscientas toneladas de enciclopedias que vive ahogada, envenenada.

Resulta patético pensar  que cuanto más creemos saber, 

más ignorantes somos de nosotros mismos.

Sordos a lo que suena diez centímetros bajo la piel. Corroídos por mil miedos autoinoculados. Francotiradores de ráfagas a discreción contra un mundo que han declarado su enemigo. Por eso fuera el rictus se arruga, aparece fruncido el ceño y no sale nada agradable por su boca, solo críticas destructivas y  gruñidos. Jamás una solución, una propuesta positiva, una alternativa viable, una palabra de ánimo...nada que ayude, que empuje, nada a lo que agarrarse. 

No creen en nada, ni en ellos mismos si quiera, de ahí su terrible malestar. Son bombas de dos patas de autodestrucción masiva. Más fácil culpar a los demás, a lo que faltó en su pasado o falta en su presente, que buscarlo. Más cómodo culpar al exterior de todos los males que zambullirse dentro y averiguar donde está la avería.

Y no, que nadie me mal interprete, no arremeto contra el desencanto o el pesimismo, no. Es humano, mucho más en estos tiempos, más que entendible. Arremeto contra el despotismo de los que instalados en él nos exigen al resto que vayamos como si nos hubiéramos tragado un rabo de escoba. Despreciando el esfuerzo por no hundirnos. Autojustificando su amargura, su incrustado desencanto derrotista en los malos tiempos que tocan  y en pos de ellos, imponernos al resto su dictadura. 

Me repatea que la gente confunda constaaantemente la actitud positiva frente a la vida con optimismo insulso, descerebrado y vacío, nada que ver, absolutamente nada. Puede que sea marciana, pero no idiota. 

Veo el sufrimiento de quienes no encuentra trabajo para sentirse útiles, realizados y salir a delante. La angustia de quien equivocó sus cálculos y las cuentas no le dan para vivir. El miedo ante las mil amenazas que nos acechan. La desigualdad consentida y alevosamente alimentada por todos. Fundamentalmente por los gobiernos que nos desgobiernan y olvidan al ser humano.  Al ciudadano, cuyo bienestar debería ser su ÚNICO objetivo, perdidos en cifras macroeconómicas que alguien inventó para justificar el despropósito de sociedad que nos hemos montado.

Pregunta:

¿El hundimiento, la claudicación, la desilusión, la crítica destructiva, 

la postración permanente soluciona, alivia, ayuda en algo o a alguien? 

Respuesta: 

¡¡ NO !!

Este primer alegato del año, es mi desahogo. Necesitaba soltarlo hace mucho. Por favor, que nadie lo tome a nivel personal, no va contra nadie concreto. No hay un nombre, hay cientos de nombres. Quizá sea pura autojusticación, seguro. La explicación de mis por qués. 

Aunque a nadie importen son los míos y por eso los defiendo frente a los que miran por encima del hombro a la gente que como yo, intenta ser feliz a pesar de todo. A instantes, a ratos, como puedo y siempre que puedo. No pienso pedir perdón por ello. A veces he llegado a sentirme culpable. Lucho cada día por no perder las ganas, la ilusión y la esperanza por más adversas que sean las circunstancias. Contra todos estos que se sienten superiores desde su fracaso existencial. Sé que sufren horrores, lo sé. Lo que no sé, es si ellos saben lo que hacen sufrir al resto con su postura.

Creo que no hay mayor fracaso que vivir en medio de la desilusión constante, la insatisfacción y además crerse con derecho a estamparla sobre la cara de los demás. No hay mayor mentira que justificarlo en supuestas concienciaciones sociales, solidaridades ridículas que en realidad no ayudan a nadie, ni siquiera a ellos mismos. El pesimismo dañino no cambia nada de lo que va mal, lo amplifica. Contagia desidia, desánimo, mata todo conato de cambio o búsqueda de soluciones. La coartada perfecta para no salir del agujero. 

Todos tenemos momento bajos, sentimos miedo, tristeza, desilusión, es lo más natural del mundo. Todos nos sentimos mal alguna vez, a veces muchas, son etapas de la vida. Salir de ahí, sobreponernos, es una obligación, casi una necesidad. No hablo de enfermedad, ni depresión, eso es otra historia, para las personas que la sufren todo mi apoyo y cariño. Hablo de ACTITUD. Se lo debemos a quienes nos acompañan, se lo debemos a la propia vida.

No me gusta 1984 de ORWELL, ni el mundo feliz de HUXLEY, aun menos el Fahrenheit 451 de BRADBURY, aborrezco las distopías, por muy fantásticas que sean literariamente hablando, lo son. Pero soy utópica por naturaleza, creo que la utopía es el único motor que mueve al mundo... sobre todo cuando parece que se cala, como ahora. 

Por eso hago lo único que sé hacer cada día, intento que quien esté a mi lado se sientan a gusto conmigo, eso me hace sentir a gusto a mi. Comparto lo que sé hacer aquí y donde sea, si a alguien le sirve, yo, más feliz que nadie. Si con mis tonterías alguien sonríe, sonrío yo más aún. Escucho e intento entenderle, porque necesito lo mismo. Abrazo y beso a la gente sinceramente, porque meeencanta que lo hagan conmigo. Respeto a quien no le guste, perfecto. Soy adicta al cariño, no me avergüenza confesarlo. No voy de dura por la vida porque soy blanda. Me protejo cuando toca, pero cuando no, confío y creo en la gente, porque quiero que confíen y crean en mi. Agradezco infinitamente estar viva, tener ganas e ilusión, disfrutar apasionadamente de las cosas más insignificantes y si puedo contagiarlo, mejor que mejor. Hacerlo me ayuda a mi, puro egoísmo, nada más. 

Creo en una única ley, que resumo en cuatro frases y termino. Haz al otro, como quisieras haga contigo. Da, si quieres recibir. No pidas jamás lo que no seas capaz de dar. Respeta, si quieres que te respeten. Toooodo se reduce a esto. 

Y ... Yaaaa está, 

si por ello soy marciana, lo soy. 

Encantadísima de ser marciana. 

Además, sé que hay muchos marcianos 

como yo. Somos una colonia numerosa.

¡¡ Que lo sepáis terricolitas !!:-)

Fin de la primera transmisión de este año. 

¿Queda aun alguien al otro lado?:-)

Un beso