Me dejé ir, ir y...¡¡me fui!! rodando como una calabaza:-)

Me gusta debatir, es vicioso para mi, de siempre además. Con 14 o 15 años, recuerdo miles de comidas  durante las que mi madre me daba pataditas por debajo de la mesa para que me callara, dejara a mi padre con sus razones y habláramos... del tiempo, por ejemplo. Imposible, en mi casa siempre hemos sido muy sicilianos en la mesa. Cualquier cosa menos, silencio, mesura y aburrimiento. Cotorros irredentos. Aun hoy, seguimos igual cuando nos reunimos. Lo mío es, pura  genética:-) 

He adorado a mi padre, como a nadie. Jamás he hablado y discutido tanto con nadie, como con él. Especialmente en esa época en la que llevar la contraria es nuestro deporte favorito fui un verdadero tormento. Si no comprendía algo, preguntaba. Dudaba, preguntaba. No me convencía, volvía a preguntar. Moría hasta entender o sentirme entendida. No he necesitado jamás que me dieran la razón, solo entender y sentir entendidas las mías. Cien veces terminé llorando...única manera de frenarme. Me daba pena sentir que le desquiciaba. Cuando lo veía -sieempre tarde- me hundía. Recordando esa época me pregunto cómo no me tiró por la ventana:))

Ahora menos, pero cuando me meto en debate, entro en trance. Me brincan las neuronas de contentas, ventilan, hago gimnasia con el cerebro y mi entusiasmo mental, a veces me nubla. Soy muuuy cabezota. Lo sé y lo siento, aunque voy aprendiendo, creo.

Lo que no soporto es la confrontación violenta, la discusión airada. Me hace un daño terrible sentir la tensión descontrolada, hago lo que sea porque termine. Suelo ser conciliadora, en la vida y en mi trabajo. Por esto, en ocasiones me han tachado de blanda, tibia o con ese término tan manido y despectivo “buenista”. En   realidad ¿qué es ser “buenista”? la secularización perversa del evangélico ofrecimiento de poner la otra mejilla ante el enemigo. 

Sin embargo, no creo que tenga nada que ver, evitar la confrontación o no querer hacer sangre innecesaria, con la falta de decisión o la claudicación. No tengo nada de buenista. No tengo vocación de mártir. Sé ser bicho cuando toca y  si no hay más remedio;-)

¿Por qué todo este rollo?

Creo que en este país se respeta más a quien grita, que a quien razona. Al pesimista existencial resignado, que al vitalista que no tira la toalla. Etiquetamos de enemigos a quienes piensan diferente o  lo son. Nos inventamos chivos expiatorios por ser más cómodos y socorridos que reconocer errores y abordar los verdaderos problemas que nos engullen ¡¡A TODOS!! 

Despilfarro, corrupción, ineficacia, falta de compromiso y 

abuso del fuerte, frente al débil. 

Creo que la base de toda manipulación es la falta de información, 

la generalización. 

Meter a todos en el mismo saco sin distingos, 

sin conocer el fondo de casi nada, tooodo de oídas. 

Mi enemigo no es un marroquí que honradamente venga a ganarse el pan, ni un mahometano que haga genuflexiones en su alfombrilla si respeta las normas de convivencia. Tampoco lo es un catalán que legítimamente aspire a su independencia, si cree en ella. Debo escuchar sus razones e intentar conciliarlas con las mías, las comparta o no. Esto es el a, b, c  de toda convivencia, imprescindible para la paz.

Enemigo solo es quien ataca, quien nos priva sin derecho de lo que legítimamente nos corresponde y ahí es donde se debería actuar sin miramientos, con contundencia. Justo lo que no se hace.

Mi enemiga no es la banca, es la entidad bancaria que abusa de mi confianza apropiándose con engaños de mis ahorros, mi casa y mi vida. ¿Por qué se tolera esto una y otra vez? ¿qué bula papal tienen para salir indemnes de sus desmanes, sin ponerles  límite jamás?

Mi enemigo no son todos los emigrantes, solo los que viene a este país a delinquir o integrarse en redes del crimen organizado ¿por qué no existen férreos controles frente al asentamiento de mafias? ¿por qué se mira para otro lado cuando el emigrante viene con un fajo de billetes?  

Mi enemigo  no es el independentista que respeta. Lo es el que desde la ofuscación culpa al resto de sus males incapaz de la autocrítica, creyéndose en el colmo de la locura con derecho a volar la cabeza a quien obstaculice sus aspiraciones  ¿Por qué no dejar que cada uno decida cómo y donde vivir? ¿por qué imposiciones de uno y otro lado? 

Cribar, calibrar y priorizar es imprescindible para solucionar los problemas que nos ahogan. El granel en política y economía da populismo, cancha y gloria a los charlatanes vende humo y a los oportunistas.  Ratas que aparecen siempre en la porquería.

Ellos son los que usan “el malismo”. Los que nos estampan en la cara todos llenos de razón su impostando realismo político y pesimismo humano. Usar el tremendismo para neutralizar al rival, su única fórmula.

Somos blandos, tibios y traidores quienes no estamos por echar a todos los inmigrantes, por acabar con las autonomías, por volar por los aires todas las sinagogas o meter los tanques ante cualquier conato de autodeterminación. De igual forma desde dentro, lo somos para los resentidos de explotaciones seculares o postergación de ideas, creencias y lenguas que las imponen excluyendo las otras  ahora, cayendo en los mismos abusos que quienes les privaron a ellos, de su legítimo ejercicio en el pasado.

No importa si sus remedios son peores que la enfermedad ¿Para qué negociar, razonar y explicar si se pueden imponer decisiones desde la ignorancia, la fuerza y el oscurantismo? Si se puede abusar  de la credulidad, la buena fe y fanatismo para conseguir el poder. 

...Estamos condenados a entendernos...

Jamás saldremos de esta realidad compleja que vivimos 
 cada uno por nuestro  lado por castas, colores o patrias.

Primero  trabajar juntos y ordenar la casa... 
Después que cada  uno se vaya de fiesta donde quiera.

Solo creo... 

En una patria, la del corazón. 

En una raza, la humana. 

En una razón, el respeto. 

Un beso.