"¿QUÉ HACEMOS?¿SEGUIMOS DESLIZÁNDONOS? ¿NOS LIAMOS LA MANTA A LA CABEZA? O... "

Que el mundo está, que da pena, es una tema, en el que quien más, quien menos, desde uno u otro punto de vista, coincidimos todos.

Y por ello, en esta noche preciosa y estrellada... entre que llega y no llega Morfeo, elucubrando, que es lo mío, me digo, pero...- ¡¡vamos a ver!! llevamos unos meses, mejor dicho años, que no ganamos para disgustos:

... Primero nos atiza la crisis financiera, después nos caen encima toneladas de ladrillos. Acto seguido las colas del paro, no es que den vuelta a la esquina, es que llegan a Sevastopol. Entre tanto, las cuadrillas de limpieza, levantando la mugre que se esconde tras la política de todos los colores, bajo las alfombras de catedrales e iglesias parroquiales y ¡¡vete a saber, de cuantos sitios más!!

Inundaciones, terremotos y movimientos sísmicos varios, que chiflan, a la mismísima magistratura de este país. Que en su delirio, va y permite que los malos, nos pongan a todos de cara contra la pared, con las manos en alto y... para remate, un volcán se nos acatarra y comienza a estornudar ceniza, oscureciendo hasta el mismo cielo...

¿Tendrá fin, todo esto?

¿Qué más plagas y desgracias nos acechan amenazantes?

... no lo sé, pero tiemblo, sólo de pensarlo...

Miro a las estrellas, preguntándome, si quizá allá arriba esté la clave que descifre este ininteligible criptograma. Los egipcios ya pensaron en ello y exactamente igual que yo ahora mismo, hace miles de años, tres reyes, vieron cruzar una estrella a la que siguieron y mira tú, más de 2000 años después, lo que trajo todo aquello...

Y... se me ocurre, que a lo mejor ayudaría, sacar a concurso y pública subasta, entre las mentes más brillantes y fosforescentes del planeta, la posibilidad, de discurrir y encontrar, la fórmula magistral, con la que fumigar este, nuestro mundo y librarlo de esta infección que lo carcome.

Tengo la extraña sensación, que estamos ante una situación semejante a un enfermo, que presenta síntomas y más síntomas, pero ante el terror, de escuchar el terrible diagnóstico que intuye, no acude al especialista y se deja ir, sin ofrecer la más mínima resistencia, dejando que su mal lo consuma, minuto a minuto, día a día...

Y como a mi, esto de estar cruzada de brazos, es algo que siempre me come viva, mientras no se me ocurre nada mejor, examino las opciones que tenemos...

Veamos:

Podemos, resignarnos y dejarnos deslizar por esta pendiente infinita en la que estamos, hasta llegar el final, sea el que sea.

Podemos optar también, por liarnos la manta a la cabeza y total, para lo que nos quedan...¡¡ a vivir que son dos días !! lancémonos todos a la locura y el desenfreno y...¡¡ que nos quiten lo bailado !! que finalmente, tanto da, que da lo mismo...

O podemos ponernos todos de acuerdo, en fecha y hora, sobre cómo acometer la revolución o limpieza general pendiente, que como agua purificadora, lo deje todo como un jaspe... ¿Creéis que sería posible?

Y aquí, se me plantea otro dilema. ¿Qué tipo de revolución, revulsivo o detergente necesitamos? Porque claro, la historia nos enseña lo suyo, en este asunto, recordemos...

Primero llegaron los bárbaros de oriente, con un tipo revolución así como muy “heavy”, arrasando el imperio romano, bajo los cascos de sus caballos mongoles, reduciéndolo todo a cenizas. Del mismo tipo sangrienta, aunque ligeramente más punky/emo tenemos la francesa de 1789, que sustituyó los caballos, por la guillotina. Más tarde la rusa del 17, liquidó a sus zares, a ritmo de balalaika y vodka y por último, con el mismo estilo, pero con el toque Zen oriental, tenemos la China de 1949, en la que un tal Mao, puso en manos del campesinado arrocero la posibilidad, de convertir, al último emperador, el pequeño “Pu Yi“, en jardinero.

Dentro del muestrario que majestuosamente despliega la historia, tenemos también “revoluciones de tipo pacifista”, como la de “Bapu”, nuestro querido Mahatma Gandhi, que intentó cambiar el mundo, a base de morirse de hambre, hasta quedarse en los huesos, el pobre. Poquito más tarde, a ritmos de gospel y jazz, Martin Luter King y su “I have a Dream” intentó transformar la dualidad, blanco y negro, en gris.

Quizá prefiramos, revoluciones primaverales de corte “intelecto musical” como la francesa de “Mayo del 68” con sus sentadas en la Sorbona o la hippie, repleta de flores, en la que, bajo el grito de “ paz, amor y el plus pal salón” se pusieron hasta arriba de anfetas y tripis, durándoles sus efectos, desde el 67 en Monterrey a ritmo de The Who, Animals y Jimi Hendrix , hasta el 69 en Woodstock, donde finalmente en una granja Neoyokina, quedaron fritos, mientras escuchaban a Joan Baez, Santana, Janis Joplin, Joe Cocker y un largíiiiisimo etc...

La primavera dio para mucho en lo tocante a revoluciones. Nos queda “ La de Praga del 68” y finalmente en 1974, nuestros vecinos portugueses tal día como ayer, 25 de Abril, decidieron clavel en mano, organizar la suya...

¿Os dais cuenta?

todos han tenido su revolución .

Todos, menos nosotros,

que únicamente nos hemos dedicamos a partirnos la cara,

a lo largo de la historia,

una y otra vez.

...En fin, casi mejor, me quedo aquí. Que... entre la sangre, las anfetas, la música y el perfume de tanta flor, estoy medio mareada, vosotros decidís...

¿qué hacemos?

Por de pronto, mientras me voy despejando, o...quizá mejor, no...

os dejo con THE BEATHES y su “REVOLUTION” ;-)

Con o sin revolución, como siempre...¡¡Sed felices!!

Un beso