"LOS CUATRO ASES, DE MUERTE EN VENECIA"

La reciente y creo que inesperada muerte, del padre de TEMU, a quien desde aquí le envío mi recuerdo y cariño. Me ha hecho pensar, que no era el mejor momento para terminar el desenlace de nuestra batalla. Ni para celebrar la boda, que tenemos pendiente.

Por casualidades inexplicables, que no dejan de sucederme desde que estoy aquí. El otro día entré en un blog en el que hablaban de Thomas Mann y mencionaban entre otras, su obra “ Muerte en Venecia “, homónima de la película de Luchino Visconti, de la que me confieso, una enamorada impenitente. Por estas casualidades de las que os hablo. Otro amigo, justamente estos días, también me recordó, la música de Gustav Malher, que curiosamente, es el compositor de la banda sonora de “Muerte en Venecia” y robándole horas al sueño, porque de otro lugar ya, ni me quedan. Me enganché de tal manera con esta música, que hoy me he dicho...¡¡ Que mejor momento que este, para recordarla !!

En realidad, más que la película en sí, lo que quisiera contaros, es la cantidad de genios y casualidades, quizá concienzudamente buscadas, que se dan en ella. La película, directa o indirectamente, contiene... "CUATRO ASES".

THOMAS MANN (escritor) GUSTAV MALHER (músico y compositor) NIETZSCHE (filósofo, poeta, pero sobre todo pensador) y LUCHINO VISCONTI (director de cine). Veréis...

A lo largo de la película,

se utilizan fragmentos de dos sinfonías de Malher, la nº3 y la nº5.

El primer movimiento “Adagietto” de la 5ª sinfonía, se escucha al inicio, en distintas secuencias y justo al final.

Curiosamente este mismo pasaje, parece ser, fue la inspiración para Gabriel Yared, del tema “I will be back” incluido en la preciosa banda sonora que él compuso, para otra maravilla de película, ”EL PACIENTE INCLÉS” de Anthony Minghella. Donde además, también cuenta la historia de otro amor, casi imposible. Banda sonora, que por cierto ganó, uno de los 9 oscars, que otorgaron a esta película en 1.996. Otro día, hablamos de ella.

Es, esta preciosidad. Escuchad...

ARGUMENTO:

A principios del siglo XX, el compositor alemán, Gustav von Aschenbach (encarnado por el actor Dirk Bogarde ) muy delicado de salud, huye a descansar a la playa del Lido, de Venecia. Huye, del dolor de haber perdido a su hija, de la severidad de la vida teutona, del fracaso de su matrimonio y de su última obra... En fin, huye, de su vida.

En la decadente e inspiradora ciudad de los canales, se enamorará platónicamente de Tadzio, un adolescente polaco de ascendencia noble y belleza andrógena . Y vagará por ella, contemplando obsesivamente la inalcanzable belleza de Tadzio y la propia Venecia. Sumergiéndose en la decadencia de una ciudad, en la que una burguesía también en declive, que no quiere el más mínimo roce con la plebe, no admite estar condenada por una epidemia de cólera. Y al igual que él, trata de huir de su propia decadencia. Finalmente Gustav Aschenbach, sufre un ataque en la playa del Lido y mientras va a su inexorable encuentro con la muerte, observa como el objeto de su obsesión, Tadzio, se aleja... Iluminado por el sol... Sin ser consciente, de nada de lo que ha ocurrido.

Los estudiosos, afirman, que tanto la novela original, como la película constituyen una ilustración, alegato y homenaje a la belleza perfecta, pura y plena de la que habla Platón en el Fedro (muerte/Zánatos) y el Banquete (vida/Eros).

El protagonista, se encuentra frente a la belleza inalcanzable, bella por sí misma y reflejo del ideal, intangible para un artista que la ansía, en el declive de su vida. La relación con Tadzio, el objeto de su obsesión, es absolutamente platónica, hasta el punto, que no llegan a intercambiar palabra alguna. Los que no ven, más allá de sus narices, la han criticado diciendo que hace apología de la pederastia o la homosexualidad, y nada más lejos.

La película, no deja de ser una enorme metáfora, en la que alguien persigue, una estrella...

La belleza perfecta, no posee carácter terrenal, va mucho más allá. Quizá por eso, para algunos es imposible de apreciar, al quedarse sólo en la superficie. Como decía el poeta Von Platen ...

"Aquél que ha contemplado la belleza, está condenado a seducirla o morir”

...Nuestro protagonista, muere... Por suerte, no siempre es así .

La película posee además, una fotografía preciosa, del magistral Pasquale de Santis. Imágenes bellísimas, especialmente las que se recrean en la playa de Lido. Que parecen una continua sucesión de cuadros impresionistas. Y que junto con imágenes de El Gran Canal, la Plaza de San Marcos y Venecia en general, convierten estéticamente a esta película, en una obra maestra.

Como os decía, está basada en la novela corta del escritor alemán Thomas Mann. Quien posteriormente, huyendo de la Segunda Guerra Mundial con su esposa judía, se nacionalizaría americano. En sus diarios publicados, sin embargo, revela su lucha interna con una homoxesualidad, latente siempre en él. De hecho, la obra tiene muchos trazos de autobiográfica.

Gustav Malher, el autor de casi la totalidad de la música que se escucha. Es un músico Bohemio-Austríaco judío. Coincide en el nombre con el protagonista de la película y hasta en el físico, diría yo. Por su condición de judío, con las circunstancias familiares de Thomas Mann. Y además fue un fatalista impenitente, que también fallece prematuramente. El régimen Nazi, calificó su música como “degenerada y moderna”...Calificativos que hoy la harían atractiva, entonces, la condenaron al ostracismo. En la película , la simbiosis que se produce entre la música, el argumento y las imágenes, es tal, que parece que hubiera sido compuesta ex proceso para ella. Pero no fue así, quizá al contrario. Malher fallece en 1.911 y la película no se filmaría hasta los años 70.

Como os dije antes, en la película se escuchan fragmentos de las sinfonía nº5 ( la que seguramente estáis escuchando ahora) y el 4º movimiento “O Mensch/Misterioso” de la sinfonía nº 3, la más larga de Malher. En la película aparece justo, cuando Gustav coincide con Tadzio en la playa....

Ocurre, que en ella, además, Malher, utiliza versos de “Así habló Zarathrusta” de Nietzsche, que sintéticamente dicen ” Que el placer, es aún más profundo que el dolor. Pues este solicita acabarse, mientras que aquel, pide la eternidad...”

Nietzsche, era pro semita, lo que nuevamente le une con Malher y Mann. Curiosamente algunos, le atribuyen sembrar las bases del Nazismo, a partir de conceptos acuñados por él, como el del “súper hombre”. Nada más lejos de la verdad. Para Nieztche, el “súper hombre” es un ser que no se deja influir por la multitud y se asemeja en sus principios rectores, a la naturalidad que muestran los niños. Entre otras razones, esta cuestión, fue una de las causas de su distanciamiento con el que fuera íntimo amigo suyo, Richard Wagner. Casualmente, luego adorado por Hitler... Ya sabéis de sobra, que ambos fueron confesos antisemitas.

Y por último, el cuarto “AS”, de esta baraja ...

Luchino Visconti, el director de “Muerte en Venecia”, procedía de una familia aristocrática. Cercano al neorealismo estético. Homosexual declarado y comprometido antifascista. Lo que nuevamente lo entronca con los tres personajes anteriores. En realidad él era diseñador teatral y un melómano consumado. produciendo además de teatro, óperas, casi siempre con María Calas. Su ascendencia y lado estético burgués, le valió el apodo del “Duque decorador”. Su otra obra maestra, “Gatopardo”. Como el protagonista de la película, coincide en su obsesión, por el declive que produce el inexorable paso del tiempo en el hombre. De hecho, moriría sólo cinco años después, de estrenarse esta película.

A pesar de mi devoción por ella, reconozco que por aquello de que de lo sublime a lo ridículo, no hay más que un paso. Para algunos, hasta resultará ridículo el argumento, que de una manera simplista, no es más que la historia de un músico maduro, que se dedica a perseguir a un jovencito por todo Venecia, con quien, ni siquiera llega a hablar. Pero, nada más alejado de la esencia de esta película. Para saborearla, hay que dejarse embriagar por la música, la fotografía y zambullirse en la mente calenturienta de Gustav von Aschenbach. Viéndola a través de sus ojos, todo cobra sentido.

Desde luego, abstenerse los adictos a la acción y depresivos... La acción es tan mínima, que podríamos hablar de “acción psicológica”. Ocurre, únicamente dentro de la cabeza de Gustav von Aschenbach.

Por raro que parezca, hasta la muerte,

vista a través de los ojos de un artista , puede ser bella...

Si podéis, no dejéis de verla. De verdad, que merece la pena.

¡¡Feliz semana y... Que alcancéis vuestra estrella !!

Un beso.