"DE MI CASA, A CÁDIZ...Y DE CÁDIZ, A MI CASA"

Casi siempre, cuando regresas de algún viaje, parece que el corazón se resiste a meterse contigo en el coche. Y como una goma elástica, permanece amarrado al último árbol que viste, resistiéndose a seguirte. De pronto, el motor del coche arranca, y sientes el tirón del que no quiere volver contigo...Pero al cabo de unos cientos de km. y de sopetón, se te incorpora, respiras hondo y vuelves con él a casa.

Otras veces, cuando sales de casa y te vas, al corazón se le olvida subirse contigo y cuanta más distancia te va separando de él, más oprime...Y cuando en una curva cerrada, la inercia te espachurra contra la puerta, ¡¡zas!! notas que se te ha escapado del todo y vuelve, al lugar de donde nunca se quiso ir. Y tu cuerpo, continúa viajando y alejándose de él. Insensible, bajas la mirada y observas un boquete inmenso. Cierras los ojos y te zambulles en la música que suena y te dejas arrastrar a donde quiera que te lleven.

Salimos de casa, a la una de la madrugada. A mi no me pareció buena idea, porque, al cansancio del viaje se le uniría el de una noche sin dormir, pero...”Donde hay patrón, no manda marinero” y nos pusimos en marcha. Teníamos por delante más de mil kilómetros y por lo menos, nueve horas de viaje...Al cabo de poco más de un hora, mi ratón pequeño pregunta:

- ¿ Falta mucho para llegar?

Clavas la mirada en el techo del coche, respiras hondo y con tu mejor sonrisa, le dices:

- No, cariño. No demasiado... Intenta dormirte.

Pero claro, la cosa no resulta del todo convincente, cuando comienza a pasar tiempo y ve, que al procrastinador Morfeo, no le da la gana de aparecer. Entonces, una que es optimista por naturaleza, confía en el efecto somnífero de los cuentos... Optimismo que desaparece, después de cuatro historias, cinco batallas de la infancia, cuatro tazas de cacao y tres horas más de viaje, y... ¡¡No hay manera de que se le cierren los ojos!!

Tus esperanzas empiezan a flaquear y clavas desesperada los ojos en el cuenta kilómetros, deseando que le salgan alas al coche...

Justo, cuando ves que tus recursos y tu poder de persuasión están llegando a las últimas, giras la cabeza y ¡¡oh, la magia mágica de los sueños!! sus párpados están cerrados y su boca, gracias a Dios, también.

Suspiras aliviada y te recuestas sobre el respaldo, mientras por el rabillo del ojo, observas como a su lado su hermana, sigue electrocutándose los oídos con...”Avenged seven folg”, “Misfits o “The Clash”...Y mientras confías en que por efecto de los cinco mil kilovatios de potencia que le están entrando directamente al cerebro, el pelo no comience a ponérsele de punta. Te sorprendes viendo como por el horizonte, una luz rosada comienza a abrirse hueco entre la negrura de la noche...Está comenzando a amanecer.

Y seguimos tragando kilómetros, hasta parar por fin en un área de servicio, perdida al final de Extremadura. En medio de sus alcornoques pelados, su tierra reseca, su sol que ya tan temprano, es de verdadera justicia... Salimos medio zombis del coche, al que regresamos minutos después resignados, y con un café, que se diluye mientras nos ajustamos de nuevo el cinturón de seguridad...

Y volvemos a pelearnos por la música que vamos a escuchar, pero esta vez y sin que sirva de precedente, mando yo. El piano mágico de Yiruma zanja la cuestión y continuamos...

En un par de horas, nos ponemos en Sevilla. La preciosa Sevilla, que se olvidó de lavar la cara de sus extra radios, con sus desvencijadas casa ocres, sin tejado y salpicada de mil anuncios de grandes superficies comerciales... Se nos pierde a lo lejos, la Giralda y el barrio de Santa Cruz y mientras les decimos adiós, nos deslizamos por la carretera AP-4 rumbo a Cádiz... En poco más de una hora, llegamos a nuestro destino.

En la entrada del hotel, una hilera de libreas y correajes, carritos y saludos nos vacían el coche y nos conducen en volandas, a un inmenso y reluciente Hall.

Situados frente a un mostrador gigantesco, nos colocan unas pulseras, igual que se acrotala al ganado...Ja,ja,ja. Ya sé, que no es muy afortunada la comparación, pero de verdad que mi cuerpo y mi mente se sentían exactamente igual, que deben sentirse, las reses camino del sacrificio...

Tras deshacer el equipaje, caminamos poco más de cincuenta metros y como por arte de magia, todo el cansancio se evapora...Una inmensa y espectacular playa, nos deslumbra con tal cantidad de luz , que tienes que entornar los ojos. La brisa, te da cachetes en la mejillas, enmaraña tu pelo y te grita al oído, que ya has llegado.

Y mientras los pulmones se te inundan del olor a mar, sientes que es verdad, por fin, hemos llegado.

Os dejo, con algunos de los recuerdos que me acompañaron,

en los días y las noches que llevo lejos de aquí...

¡¡Todo precioso, pero...Me encanta volver a estar en casa !!

¡¡Es un gusto, volver a estar con vosotros!!

¡¡Mil besos para todos!!