SEGUIMOS A FLOTE (CUARTA PARTE)

Realmente, nuestro velero, se está convirtiendo en algo así como “El Hotel de los líos de los hermanos Marx”… Pero, mejor dejo el tema, que tengo unas neuronas, tan rematadamente locas, que enseguida se me ponen a repartir papeles y … A saber, a quien le tocaría ser Groucho.

En fin…Volvamos al mar, al azul inmenso y a la espuma blanca, a la brisa húmeda que lo inunda todo. A esa luz mágica, que sólo allí existe. Esa luz, que en las noches inmensas, se refleja en las estrellas, hace carambola en la luna y si hay suerte, explota en algún fugaz cometa que luego se desparrama por el cielo.

El rumbo que seguimos, es Nor Noroeste hacia el infinito …Mientras, en cubierta , reina el desconcierto. Intentamos organizarnos entre todos, lo mejor que podemos y esmerarnos en revivir a nuestros náufragos.

Lola y Azul, ajetreadísimas no paran de preparar en la cocina, tisanas, infusiones, caldos y pan recién horneado, cuyo aroma va subiendo como una culebrilla sinuosa, deslizándose desde la cocina al resto del barco, hasta que al chocarse con alguna nariz hace que el ¡¡mummm!! se te escape.

Douce, corretea entre las dos, esperando alguna recompensa inesperada . Luego Kim, Vero , Jardinera y Marina los suben a cubierta distribuyéndolos entre los maltrechos recién llegados, desviviéndose en mimos y cariño, como sólo ellas saben hacer.

Pegasa y Pereidolia, desvalijan los armarios en busca de mantas, vendajes y ropa seca, que apilan y luego cargan entre las dos, quedando casi ocultas entre tanta cosa como llevan.

Por un momento, vienen a mi mente imágenes de esas que a menudo, demasiado a menudo se producen cuando llegan pateras cargadas de Subsaharianos al puerto, la cruz roja les recibe, dándoles ese calor que durante tantos y tantos días de travesía, hacia “su paraíso prometido” les falta, justo cuando les estalla “ su paraíso” en la cara…

Está claro, que poco a poco y por extraños designios del destino, el Capitán BarbaPanta y Guerrero Antonio, se hacen con el liderazgo del barco. Habituados como están a dar órdenes y a organizar estrategias de combate. Lo mismo, dirigen las labores de navegación, mandando levar ancla, ordenando el aparejado de palos, perchas, jarcias y velamen. Como organizan el acomodo y distribución del personal, que ¡tendríais que ver! ¡Qué bien educados tienen a sus piratas! todo cortesía y amabilidad.

Codo con codo con ellos, están Francisco y Toro, pero como, los dos, son hombres de letras, prefieren actuar en la sombra y con discreción. Aunque, por un instante pude observar, como mientras izaban juntos “la Cangreja” porque el tiempo comenzó a aborrascarse, un destello especial, brillaba en sus ojos.

El rumbo de la nave a sotavento, se desvió por la acción del propio viento, que en lenguaje marinero se llama “abatimiento del barco”, el mismo, que sin querer flotaba en el ambiente, embriagándonos poco a poco, con suavidad, casi sin enterarnos...

Albino, nuestro reportero y cronista particular, cuaderno de notas en mano y esa preciosa estilográfica suya, regalo de alguno de los muchos Maharajás que conoció a lo largo y ancho de sus viajes. Encuesta a los recién llegados, elaborando minuciosos y detallados perfiles, de cada uno.

Comienza por el grandullón, adosado al curioso cilindro, ya sabéis, Muyseñormio .

- Y ¿dígame? Muyseñormío –le pregunta- ¿qué guarda usted en ese cilindro?

Muyseñormío con un hilillo de voz contesta:

-Son los últimos planos y bocetos de la campaña …

-Pero ¿de qué campaña me habla, Muyseñormio? pregunta Albino.

-De la campaña del calvo…

-Pero ¡ por Dios ¡… Muyseñormío, ¿ a que calvo se refiere?

-Al calvo, del gordo de Navidad …

Y sin tiempo a recomponerse Albino, es interrumpido súbitamente por Jardi, Kim y Vero, que a modo de improvisadas enfermeras, los separan y sin mediar palabra, ni contemplación alguna, incrustan un termómetro en la boca a Muyseñormío, que resignado la cierra, dejando circunspecto y alucinado, al pobre Albino.

Mientras tanto, entre Pereidolia, Pegasa y yo, atendemos a Ricardo, Joaquín y Brojos. Quien a pesar del esfuerzo realizado, es el mejor aspecto tiene aparentemente… No en vano le había contado antes a Albino, que era un curtido aventurero , escalador de blancas cumbres.

Le estaba dando un poco de agua, cuando levantó la cabeza hacia lo más alto del palo mayor, justo donde la sufrida Marina había vuelto a subir, en su puesto de vigía.

Entonces exclamó:

-Me recuerda al K2.

-¿ K2 ? pregunté … ¿ Te parece que este es momento para pensar en fórmulas químicas?

Pero él, que seguía demasiado ajeno y ausente, como para percatarse de mi presencia, volvió a decir:

-No, quizá no me recuerde al K2 … quizá, es más parecido al Aconcagua…

Justo en ese momento, comenzaba a despertarse Joaquín, quien al oir Aconcagua, exclamó de pronto:

- ¿Qué hemos venido en piragua?...Pero…tú estás tonto, ¿o qué?

Pero Borjos, ni se inmutó. Siguió lejos, estando como estaba, totalmente ausente en su mundo sideral de altas cumbres.

Entonces Joaquín, comenzó a hablar despacio y nos contó, que vivía en la isla “Principes de Maine”, en el Atlántico norte. Lugar, donde se dedicaba a la construcción de mansiones para corsarios retirados, que tras desposarse con damiselas de las mejores cunas de Nueva Escocia, una vez en dique seco, competían como locos entre ellos, por epatarse en poderío y ostentación.

Al escuchar Miguel, que dormitaba cerca, la palabra ostentación, como si se le activara en su cerebro alguna reacción neuronal extraña, comenzó a gritar como un poseso:

¡¡ Si, si… es mi perdicioón…es mi perdiciooón … pero moriré luchandoooo !!

El pobre deliraba febril y en medio de sus tremendos alaridos, agitaba los brazos, dibujando imaginarios movimientos de esgrima. Ante las boquiabiertas Jardinera y Vero, que intentaron sujetarlo.

Pero como era un hombre corpulento, en el intento y sin querer, Miguel arreó tal bofetón a Vero, que cayó encima de Ricardo, quien al sentirla sobre él, la agarró con fuerza y comenzó a farfullarle palabras y frases incongruentes, y mientras ella intentaba zafarse del enorme abrazo. De su boca comenzaron a salir, cosas tan raras, como: la cosecha de aceitunas comienza en Noviembre…Si,si, ya hemos atrapado a los espías del C.E.S.I.D…nos invaden las refinerías…hay que dejarlas en remojo quince días en agua cristalina…bla, bla y más blas rarísimos.

En estas, viendo Capitan Guerrero, que Jardinera era incapaz de controlar a Miguel, se lanzó sobre él sujetándole bien fuerte, con sus brazos de acero, que lo atenazaron hasta reducirlo. Y así preso, poco a poco Miguel se fue calmando.

Terminado el placaje con el pobre Miguel, Toro, que observaba a lo lejos la escena, mientras amarraba un cabo, se acercó a ayudar a Vero. Entre los dos, y tras conseguir despegarle, acostaron a Ricardo que seguía con sus parrafadas inconexas, y los ojos en blanco.

Mientras todas estas batallas ocurrían en un rincón de cubierta. En el alcázar, Albino eleva el sextante hacia el cielo, junto al Capitán BarbaPanta, intentando entre ambos, fijar nuevo rumbo. Pero como Capitán BarbaPanta, anda un poquito ofuscado por las polarizaciones cerebrales que en situaciones de estrés suelen atacarle, no termina de decidirse. Y tan pronto ordena volantazo de timón a barlovento, como a sotavento, y en este tragín…Imaginaos, el pasaje de un lado a otro del barco.

El viento arrecia y es urgente aparejar bien fuerte la nave, no hay ninguna duda… A todas luces, se anuncian las fauces de una tremenda tormenta…

¡¡En la que, como soy una bruja os dejo… Hasta la próxima ocasión en la que si no tenéis nada mejor que hacer, os paséis a verme¡!

Hasta entonces … ya sabéis, seguid siendo buenos…

Un beso.