Tal cual venían anunciando,
regresó la lluvia...
...A su casa,
porque vosotros
no lo sabéis, pero
la lluvia
nació aquí,
en
Una noche
oscura y borrascosa,
las crestas de las olas del
Atlántico y Cantábrico
treparon tan tan alto,
que besaron
las nubes
que
cubren
sus costas
y así nació ella...
Una niña
menudita y llorona que,
atolondrada
tropezó
y
b
a
j
ó
.
.
.
rodando
precipitándose en esta tierra.
No se hizo daño.
Tranquilos.
Únicamente
lo empapó todo de
morriña,
prados verdes y
sonrisas de agua.
La llamaron
Bonito ¿verdad?
Nosotros aquí,
familiarmente
le llamamos
pero también
o
r
b
a
l
l
o
.
.
.
chuvisca
o breca
cuando llora suavecito y
da algo de pena...
Desde entonces vive con nosotros.
La odiamos, tanto como la amamos.
Sobre todo por las noches,
es encantadora ,
canturreándonos
hasta dormirnos.
De día, depende.
Si como ahora, hace tiempo que no la vemos, sentimos una ternura indescriptible al advertir su presencia, de esa que te dibuja sonrisas sin querer, Es parte de nosotros -los habitantes de Galicia, somos mitad lluvia, mitad mar y helechos, a veces, incluso ranas- Pero en ocasiones -siento decirlo- se pone taaan pelma, que se nos hace insorpotable.
Eso sí, en honor a la verdad, debo reconocer que jamás pilla los berrinches catastróficos que le entran cuando va de vacaciones al Mediterráneo. Como allí sólo la ven de visita, -de Pascuas en ramos- la malcrían y claro, abusa. Los niños son así.
Aquí no.
Aquí, es mucho más
contenida y educada,
supimos marcarle límites.
Nos chorrea, por supuesto,
pero despacito, con toda la
calma. Sin pausa, ni
prisa, ad líbitum,
a piacere.
La
conocemos bien
y como cuando
se resfría o
está triste,
las nubes
no
le
ajuntan,
se enfurruña
o las estrellas
no quieren
jugar
con
ella...
Se
pone
sieeempre
a lloriquear,
no le hacemos mucho caso ...
..Nos armamos de paciencia
y la dejamos.
Normalmente,
al cabo
de unos días
se le pasa.
Sin
embargo,
como intuya
que
estamos
pendientes de ella,
se nos pone tontita y
puede lloriquearnos
durante semanas,
incluso meses
enteros.
Es
entonces
cuando
recurrimos
a él ....
E·l sol.
Es
al único
a quien respeta.
Cuando no hay forma
humana de consolarla,
el sol se remanga,
sacudiéndose
las nubes
de
encima
y
señalándola
inquisitivo con
su rayo índice,
la manda al rincón
de pensar.
Da
un poco
de pena verla
caminar cabizbaja
hasta la esquinita,
pero sabe que
lo merece
y
por eso
resignada, se queda allí,
quietecita y con cara de buena.
Lo sabemos, es buena.
Los niños son así.
Mientras,
él se asoma y...
Descorre las cortinas,
inundándolo todo de...





