Por si ayuda ; )

 

Demasiado frío, 

demasiadas malas noticias. 

Todo parece crispado y destemplado 

por todas partes. Y si nosotros

 con todas las comodidades 

estamos así, 

cómo 

lo estarán 

pasando quienes

 resisten en la guerra de Ucrania. 

Los que resisten en tantas guerras 

en medio de tantísimo frío. 

Estamos como ese pajarillo de arriba, 

ateridos en medio de la tormenta. 

No sabía sobre qué escribir. Me pregunté ¿cómo dejar un poco de calorcito en letras? Un poco de esa calidez de chimenea encendida, adormeciéndote mientras danzan las llamas y escuchas el suave crepitar de la madera. Ese instante en el que sintiéndote a salvo, te dejas ir y todo desaparece alrededor. No sé. Un poquito de amor entre tanta guerra y tanto frío. Lo sé, no está en mi mano. Asumido esto, recordé una entrada que hice hace montón de tiempo, hablando de una novela muy especial para mi. Nada fácil de leer. Se disfruta tanto, como se sufre en el laberinto de su estructura, que al final resulta ser un tobogán ondulante de la tierra al cielo y viceversa. La novela es "Rayuela" de Julio Cortázar. La entrada que escribí os la dejo "AQUÍ", por si a alguien le apetece leerla. Hoy solo os voy a dejar un pedacito de ella. El beso más hermoso que jamás se ha escrito, al menos para mi. En la novela aparece como un oasis -ese que necesitamos todos- al final de una interminable serie de elucubraciones filosófico metafísicas de Oliveira -su protagonista-. En ese punto en el que vas a tirar la toalla y te dices: ¡lo dejo! Pero no lo haces. Aguantas un poquito más ... y entonces te encuentras con lo que vais a leer a continuación. 

Poneos cómodos, si al terminar no habéis entrado en calor, estamos muertos ; )

 

   - Capítulo 7 de Rayuela  -

" Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose los labios, apoyando a penas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde el aire pesado va y viene con perfume viejo y un silencio. Entonces, mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad del pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo de aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna de agua."

                                                                                              Julio Cortázar