MI SEGUNDO NOMBRE ES...¡¡¡DESASTRE!!! :-)

Algunas personas manifiestan abiertamente su alergia, desprecio e incluso odio hacia los demás o alternan sus relaciones del amor al odio sin solución de continuidad. En mi caso, jamás he experimentado estos sentimientos respecto a personas y sin embargo, confieso que lo siento de toodas las máquinas. 

Sencillamente, nos odiamos. Nos repelemos de tal forma, que a veces he llegado a pensar es una fobia real a diagnosticar. Creo ser bastante despierta para pillar lo que sea que me expliquen. Tratándose del manejo de una máquina, por sencilla que sea, mi incapacidad raya la deficiencia mental y no exagero ni un ápice. Me da igual si hablamos de un ordenador, un móvil, el termostato del aire acondicionado o un robot de cocina ¡¡da igual!! 

Mi primera reacción según los veo sieempre es... 

¡¡ De terror !! ;-)

Veo botones, cables, teclas y... tiemblo. Mencaaanta cocinar y aun cuando mi cocina está llena de aparatos, sólo me llevo bien con cazuelas y sartenes. No me importa las maravillas maravillosas que hagan los aparatos, prefiero romperme el brazo batiendo o lo que sea, a usar uno. 

Cuando comencé a manejarme en este mundo informático, si alguien ve mi mesa, llora. Toooda llena de papelitos amarillos de esos de pegar, con chuletas del calibre...dibujito, clika aquí... aparecerá no sé qué (dibujito) vuelve a clickar...sube la vista, te dará X opciones, escoge la tercera ( dibujito) clika dos veces... así, todo. A fuerza de repetirlo mil veces, mis papelitos han ido desapareciendo. Algunos han tardado meses...

Bien, el único aparato con el que me une una relación de amor/odio, es... el coche. 

Me gusta conducir en carretera, realmente disfruto. Creo que soy prudente, pero en las rectas largas, sola y con la música a todo trapo...mejor no cruzarme con un radar porque lo carbonizo. Soy feliz circulando por autovías  o autopistas, si me sé el trayecto claro, sino, puedo terminar en Sebastopol:-) 

Donde siento sudores fríos es en ciudad. Soy la mayor despistada del mundo, puedo haber pasado por un lugar cien veces, que siempre me parece nuevo. Tengo la sensación que del subsuelo surgen a mi paso las direcciones prohibidas que descubro cuando estoy en medio de la calle ¡¡las barbaridades y peripecias que os podría contar!! :-) 

Pero cuando muero de angustia directamente, es al aparcar ¡¡Dios que martirio!! Necesito pistas de aeropuerto y aun así, todos los espacios me parecen minúsculos. Tengo un gran problema con las proporciones e izquierda y derecha al maniobrar marcha atrás. Soy incapaz de hacer que las ruedas se coloquen en la posición que necesito...giro el volante, me retuerzo, rezo a todos los santos y nunca se colocan como deben, sieeempre...¡¡justo al revés!!¡¡la de veces que he dejado el coche medio tirado!!... Eso sí, por increíble que parezca, jamás me han multado.

Bien, con este panorama que os describo, 

veréis lo que me ocurrió el día 5 de Enero. 

Día de cabalgatas, embotellamientos y..

¡¡ Colapso en todas las ciudades !!

Ese día terminaba el plazo para devolver un regalo de estos que trae Papa Noel -error de tallas y esas cosas-  además, me apetecía colocarlo esa noche bajo el árbol, pero deseché la idea, al intuir lo imposible del tráfico. Mi hija, que sieempre consigue enredarme, no me explico cómo, después de asegurarme que conocía un parking donde siempre había espacio de sobra, me convenció para ir a Vigo. 

Para los que no conozcáis esta ciudad, es algo así como la  jungla en cuestión de circulación. Todo son subidas y bajadas, te salen coches de todas partes y sin apenas enterarte estás rodeada por los Sioux, con intención de arrancarte la cabellera sin piedad.

Imaginaos lo que puede ser una ciudad así, el 5 de enero. 

Bien, llegamos y como era de esperar..¡¡ la marabunta !! 

Todas las calles cortadas, coches y gente invadiendo cualquier resquicio. Me empezó a subir la fiebre  al  acercarnos al famoso aparcamiento y ver que no podía girar porque la calle estaba cortada. Seguí con intención de dar la vuelta en la siguiente paralela, intentando mantener la calma mientras avanzaba. Justo cuando enfilaba la calle del aparcamiento, aparece un guardia municipal, arrastrando una valla y ... ¡¡zaass!! me la planta frente a mis narices... 

Creo que no me vio la cara, porque casi lloro... maniobré como pude y salí, tras esto...durante casi una hora, nos dedicamos a dar vueltas y vueltas en un laberinto infernal del que parecía imposible salir. 

Tenía la pierna del embrague entumecida de apretarlo y la tensión. En una subida, de las mil que hicimos, al abrírseme un semáforo, tras tardar medias hora en la cola, meto primera para salir y... en ese preciso instante se pone a cruzar una viejecita con esos tacatás que arrastran como pueden y dan ganas de salir y llevarlas en brazos a la otra orilla...¡¡Ay Dios!! teníais que verla.

Mientras cruzaba a velocidad tortuga ¡¡ pobrecilla !! giraba la cabeza y me saludaba toda sonriente. Yo le devolvía la sonrisa, confiando no leyera los pensamientos asesinos que cruzaban mi mente...mientras me preguntaba si algún hado miserable me la habría jurado aquella noche. Por fin, en su lento discurrir, llegó a la otra acera...nos despidió muy efusiva y a mi me dio la risa...¡¡si la pilla uno de los Sioux que me seguía, le arranca los pelos!! ;-) 

Continuamos, a los pocos metros...¡¡otro percance!! me dieron un toque por detrás. No fue nada, pero en una rámpa de un 25%,  párate, ancla el coche con el freno, bájate, mira, aguanta los gritos de un energúmeno y recolócate el cerebro...Yo miraba al cielo deseando que un rayo me calcinara para dejar de sufrir, pero...no hubo suerte. 

El cielo estaba despejado. Una luna preciosa y brillante nos iluminaba en aquel tormento. Me la quedé mirando suplicándole ánimo para seguir aguantando, mientras mi hija en silencio, me acariciaba la rodilla como para consolarme... (XAVI, respira que ya termino:-)

Finalmente, cuando ya habíamos decidido volver a casa agotadas y hundidas del todo, de pronto, como una aparición...¡¡por fin un aparcamiento vacío!! ¡¡increíble!! Aparqué, apagué el contacto, estiré las piernas, tomé aire y salimos. 

Ya en la calle me pregunta mi hija: 

- Mamá... ¿Te acordarías de coger el regalo verdad?

La miré, cerré los ojos y me salió un... ¡¡noooooo!! tan desgarrado como dolorido y desesperado...¡¡xD!! después de pasar todo aquel infierno...¡¡había olvidado el dichoso regalo, en casa !!... 

¡¡Ni una palabra, no nos dijimos ni una palabra!! cruzamos las miradas un segundo y... empezamos a reírnos como dos locas, hasta terminar llorando, partidas de la risa sentadas en la acera... Lo que ocurrió después...mejor otro día:-)

¿Cómo es eso?... 

¡¡Al mal tiempo, buena cara!! 

... ¡¡ Pues eso !! ...

Un beso