¿¿ DE VERDAD, SIRVEN DE ALGO LAS PALABRAS ??

Supongo que sonará estúpida esta pregunta y sin embargo últimamente no hago más que hacérmela. Se supone que los humanos hablamos, para comunicar nuestros pensamientos, confiando que van a ser escuchados y tras un mínimo esfuerzo de comprensión, entendidos... Aunque, no siempre compartidos.

El proceso de comunicación verbal o escrita, es relativamente sencillo. El emisor, elabora un mensaje con palabras habladas o escritas, que recibe el receptor. Sin embargo, en ocasiones, tengo la extraña sensación, que en este sencillo proceso algo falla, o falla todo. Finalmente el resultado que se produce entre emisor y receptor, es confusión, únicamente eso.

A veces, porque el mensaje es confuso de por sí, al estar mal formulado por el emisor, eligiendo de manera errónea las palabras que lo contienen. Otras, falla el receptor, que no realiza el esfuerzo de comprensión necesario, por prisa, por falta de interés o simplemente por incapacidad. Otras, los dos. No sé lo que ocurre, pero últimamente mi inquebrantable fe, en eso de que “hablando se entiende la gente” cada vez está más y más resquebrajada.

¿Nunca habéis tenido la sensación cuando habláis con alguien,

que a medida que avanza la conversación su rostro se desdibuja

y finalmente lo que veis enfrente es un muro de hormigón?

Pues exactamente esa, es al sensación que yo tengo últimamente.

En general, soy una persona que invierto muchísima energía en todo lo que hago, supongo que es una manera de quemarla, porque me sobra. La comunicación no es una excepción, de hecho, ya os he comentado muchísimas veces, que me siento incapaz de contener la cantidad ingente de palabras que me fluyen, incluso aunque no quiera.

Al contrario de lo que suponen algunos, mi intención jamás es convencer a nadie, salvo en temas de trabajo, donde lógicamente, dedicándome a lo que me dedico, es mi objetivo final.

En mi vida normal, por el contrario, si hablo en exceso, que soy plenamente consciente de ello, es únicamente, para hacerme entender con más facilidad, únicamente por eso.

Hay gente que lo consigue con dos palabras, yo necesito mil.

Barroquismo que le dicen;-) o, no sé.

igual que otros son cojos, tuertos o tartamudos,

yo tengo este problema.

Pero a la vez, intento que la persona con la que hablo, sienta que la escucho y que me esfuerzo por entenderla. Ni os imagináis, la de tiempo que invierto en esto. Supongo que sirven como ejemplo, mis contestaciones en el blog, donde esto ¿se nota verdad?;-) Y he dicho invierto, porque yo jamás siento que lo pierdo.

Sé que muchos no lo comprenden, sé que lo consideran un esfuerzo innecesario y bastante inútil, por cierto. Pero yo, lo hago siempre, aquí y fuera de aquí, por insignificante que sea el asunto. Y es que, no sé hacerlo de otra forma, para quedarme a gusto. Sólo la falta de tiempo o humor, lo impide.

Inconscientemente, exprimo lo que me dicen, lo metavolizo e intento que la persona con la que he hablado, se vaya absolutamente convencida, de que le he escuchado, he intentado entenderle e incluso a veces... -reconozco, que no siempre- le digo si es el caso, que no estoy en absoluto de acuerdo con él. Casi siempre digo lo que pienso, me es muy, muy difícil guardarme nada.

A estas alturas os preguntareis, a qué viene todo este rollo.

Veréis, últimamente, como consecuencia de mis cortocircuitos y excesos comunicativos, siento que me estoy agotando. Me empiezo a consumir como Sísifo, empujo sin cesar una roca enorme hacia la cima de la montaña y cuando creo que ya he llegado a la cima, observo desesperada como la roca rueda montaña abajo y oooootra vez a comenzar.

Siempre he sido muy luchadora. En mi vida he dado poquísimas cosas por perdidas y afortunadamente además, he perdido pocas. De hecho, aunque pueda parecer frágil y blandengue, que lo soy. En según que cosas, si me lo propongo, soy incombustible, o al menos eso creía. Pero, no sé si es el verano, el trabajo que a esta alturas ya pesa o los mil problemas de la vida, qué no sé que me ocurre, sólo siento, que mis pilas están bajo mínimos.

Y creo que lo que más las ha desgastado, es precisamente esto que os comento. Estoy cansadísima de hablar con muros de hormigón. Cansadísima de esforzarme hasta la extenuación por entender, cuando a la inversa, en ocasiones, siento que no hacen el mínimo esfuerzo o son incapaces de entender nada. Cansadísima de ir de puntillas intentando molestar lo menos posible, cuando a mi me pasan con una apisonadora por encima y a veces, ni giran la cabeza y no me refiero sólo aquí, que es lo de menos y además, sé que aquí es sin querer. Ocurre sobre todo, en la vida real.

Sucede, que a veces nos hacen daño y ni se enteran. Ocurre, que a cada uno le duelen cosas distintas y ocurre, que hay momentos en los que te llueven tortas de todos lados y lo que en otras circunstancias te pasaría absolutamente inadvertido, cuando llueve sobre mojado, el aleteo de una mosca lo percibes como un mazazo. Al final, se trata de eso, lo que cada uno siente y percibe. Y eso, sólo lo sabe uno.

¿Por qué siempre se nos olvida mirar dentro,

a quien tenemos enfrente?

Al menos, pararnos y mirarlo.

Y recordar, que él, no es nosotros.

Es otra persona que piensa y siente distinto.

Él, es él y sus circunstancias.

Y cada uno de nosotros,

somos ese él.

En fin, que hoy tocó desahogo. Comprenderé perfectamente, que paséis de todo este rollo e incluso, no hayáis llegado hasta aquí. No importa, a mi me sirve con sacarlo. A veces, sólo eso ya reconforta. Cuando una tiene la cruz de haber nacido “marisensible”, para sobrevivir, desarrollamos estrategias particulares, la mía siempre ha sido la de desahogar, no soluciona nada, pero ayuda.

Siempre os he dicho, que para mi el blog tiene fines terapéuticos. Bien, hoy sintiéndolo mucho por vosotros, de quienes sé estoy abusando. Suponiendo que algún alma caritativa y de infinita paciencia haya llegado hasta aquí, he usado el blog de papelera. Le prenderé fuego a todo lo que he arrojado, como si hiciera mi particular "hoguera de San Juan" y me preguntaré, cómo siempre...

¿De verdad, merecerá la pena seguir intentándolo?

Al final pienso,

que la mayoría de los malos entendidos,

se producen por una razón...

Casi nadie nos conoce de verdad.

Ni conocemos, de verdad, a casi nadie.

¡¡¡Mil gracias por estar ahí, de corazón!!!

Un beso